EL QUE SÍ ESTÁ DISPUESTO A SOLTAR AL TIGRE, AMLO
DIMITTIS
La opinión del Abogado Rolando Nakachi
31/07/2023
El que sí está dispuesto a soltar al tigre
Con una violencia incontenible que se propaga como fuego en el bosque, México vive una de sus peores crisis de gobernabilidad. No hay Estado.
Hay que decirlo como es: el país fue abandonado por su primer mandatario porque éste anda en la parafernalia de la campaña electoral.
¿Del control del crimen organizado a lo largo y ancho del país qué hacer? Según el presidente en su fantasía tocó el punto medular, abrazarlos y acusarlos con sus mamás.
Según los ciudadanos de a pie, vivir en la zozobra cotidiana; salir a trabajar con miedo e incertidumbre de que quizá no regreses a casa.
Al tiempo que la maquinaría de propaganda que a diario aceita Ramírez Cuevas y Villamil, intentan normalizar con engaño tanta criminalidad. Tanto apapacho a los criminales no es casualidad, sino causalidad macabra.
El siglo pasado Orwell nos lo dijo: “Cuanto más se desvíe una sociedad de la verdad, más odiará a aquellos que la proclaman”.
De qué le sirve al país tener un presidente popular si todo es un fracaso. No tiene un solo resultado digno de ser presumido. AMLO lo sabe y no recula; insiste en atizar el odio y más polarización demagógica.
Por eso cuando un comunicador osa ejercer su trabajo y revelar la verdad, el presidente lo niega hasta volverse víctima.
¿Podrá el presidente sostener esta novela digna de la ficción en su sexenio? ¿Qué país va a entregar AMLO al próximo presidente?
Tarde que temprano la terca realidad alcanza a quién miente sin pudor.
Es lo que le está explotando en la cara y crece cada que aparece en público el Dr. Hugo López Gatell. Este sexenio tiene en la figura de Gatell a la muestra tangible y elocuente del alma obradorista: frivolidad, demagogia, cinismo, corrupción y muerte.
Después de casi un millón de decesos por la Covid-19 y el mal manejo de la pandemia más atroz en un siglo, lo justo es que Gatell no se mandó solo.
Si pudo escalar la ineptitud a ese nivel propio de los asesinos en serie fue mucha responsabilidad del “científico” López Obrador, jefe directo de Hugo López.
Huecas y lejanas se escuchan las promesas de campaña del hoy presidente. En la borrachera de la pompa electoral, AMLO llegó a decir que desde el minuto uno de su gestión, los criminales trocarían sus armas por tractores.
Prometer no empobrece pero después de hacer de la mentira el estilo personal de gobernar, el demagogo quedará atrapado en su propia trampa tejida a salivazos. Vaya ironía.
El silencio de sus estudios clínicos son más que elocuentes. La salud del presidente está deteriorada pero como todo en este gobierno de oscuridad, es información reservada. Por muchas cajas chinas de sus voceros y moneros, imposible tapar el sol con un dedo.
Contraste una imagen de AMLO en 2018 con una reciente. Pero no solo eso, escuche hilvanar varias frases del presidente en su reality matutino. ¿Verdad que algo no está bien en su salud física ni mental?
Uno de los presidentes en funciones más abominados fue Enrique Peña. Sus críticos con la complicidad de los dueños de los medios de comunicación que vieron afectados sus intereses con la reforma de telecomunicaciones, nos vendieron la imagen de que los mexicanos habíamos escogido a un jumento como presidente, incapaz de nombrar el título de tres libros leídos.
Soportó que nos mofáramos e hiciéramos chunga de su gestión. Los memes abundaban a diestra y siniestra. Peña ni su equipo de comunicación, resilientes y taimados, no metieron las manos.
Aun el día que entregó la banda presidencial, AMLO lo tuvo a tiro de piedra en el banquillo de los acusados para despacharse con la cuchara grande y en su cara echarle abajo su proyecto de nación, reprocharle sus reformas constitucionales y enfatizar que todo era culpa del modelo neoliberal; neoporfirista le llamó.
El caradura de Peña, se la tragó. Sabía que pese al mal momento, ya lo esperaban unas vacaciones perpetuas para gozar de los frutos del poder.
Celebrado el Pacto de Impunidad, se fue a Europa limpiecito. Hoy desde la mañanera es tratado con deferencia: el Licenciado Peña Nieto. ¡Amos, cabrón!
Ese no será el caso de AMLO. Maquiavelo dijo en el siglo XVI que la mejor fortaleza que un príncipe puede poseer es el afecto de su gente.
Mas también se cuestionó que si hubiera que elegir, sería mejor ser temido que amado, pues ser amado depende de la voluntad de otros y los hombres tienen menos cuidado en ofender a uno que se haga amar que a uno que se haga temer.
Y atención, en 2018 lo votaron 30 millones de almas crédulas, los que hoy lo aman, no son mayoría. Sí lo es el grupo que tampoco le teme y ha guardado un odio que hoy está reprimido.
Lo que nos da como resultado otra de las ironías más peligrosas del México moderno: AMLO por conservar el poder e irse limpiecito a La Chingada, sí está dispuesto a soltar el tigre.