CONTRA EL NARCOESTADO / DESDE CABINA

23/04/2025
Contra el Narcoestado / #DesdeCabina
Cada vez existen más evidencias, de acuerdo con «fuentes» de inteligencia del estado mexicano, que el gobierno de Claudia Sheinbaum ha cedido frente al mandatario estadounidense, Donald Trump, para entregar a políticos señalados de tener nexos con el crimen organizado.
En la baraja de nombres que fueron «negociados» al más alto nivel figuran un «importante» ex secretario y un gobernador sobre cuyas espaldas «carga» acusaciones provenientes de Estados Unidos.
Sin embargo, esto no dejará satisfecha a la oposición a Morena en México debido a que – como lo ha señalado el dirigente nacional del PRI, Alejandro «Alito» Moreno, quien entiende muy bien el problema de fondo – a quienes han sido señalados abiertamente de colaborar con los principales cárteles del narcotráfico en México se les debe de juzgar aquí y responder ante las leyes de nuestro país por todo lo que implica su traición a los mexicanos.
El daño principal propinado por la «cuarta transformación» a la sociedad mexicana es directamente proporcional a la política de complacencia implementada por el «mandamás» de dicho movimiento, el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, quien con su llamado «abrazos, no balazos» propició que hoy se tenga registro oficial de más de 215 mil homicidios durante el tiempo un lleva gobernando la 4T y que nunca antes como ahora los principales grupos delincuenciales sean los que «manden y ordenen» en amplias regiones del territorio nacional.
Sin duda, que la próxima «toma» del poder judicial (1o. de junio) forma parte de la trama ideada por el régimen actual con el fin de que las principales «cabezas» del movimiento evadan la cárcel y vivan en la impunidad.
Es por ello, que cobra relevancia el anuncio hecho recientemente por el dirigente priísta Moreno Cárdenas, quien en la oposición ha mostrado rumbo y estrategia para enfrentar el deterioro de la vida institucional del país a la que hoy, como sociedad, nos enfrentamos.
El senador campechano ha presentado ya ante el Ministerio Público una denuncia en contra del ex presidente López Obrador, con el fin de que sea investigado por presunta colusión con bandas criminales, principales financiadores de campañas políticas – tanto estatales como federales – como ha quedado demostrado con información de inteligencia con que cuenta el gobierno de Donald Trump en la Unión Americana.
En una reciente conferencia de prensa, «Alito» Moreno aseveró antes de presentar dicha denuncia que las investigaciones deben contar con el apoyo de los organismos internacionales debido a que «el régimen actual es el causante de lo que hoy vive nuestro país».
Respeto, diálogo y esperanza…
Con esas palabras, hoy urgidas de sentido ante la realidad mundial que enfrenta la humanidad, podemos calificar el papado de 12 años y 39 días del cardenal Bergoglio, quien al frente de la Iglesia Católica bajo el nombre de Francisco, consiguió extender las grandes reformas iniciadas en 1978 por el pontífice polaco Karol Wojtyla, hoy elevado a los altares a petición del pueblo cristiano que en los funerales del propio Juan Pablo Segundo coreó esa expresión de «santo súbito», para que fuese declarado Santo ante su arrolladora personalidad y milagros que ya se le atribuían.
A lo largo de su pontificado, Francisco basó el ejercicio pastoral de sus actividades en la misericordia, hoy ausente de las decisiones de jefes de Estado que privilegian la confrontación y la impiedad a la hora de tomar decisiones que afectan a millones de seres humanos en el mundo.
¡Cuánta falta harán las palabras del cardenal argentino en un mundo cada vez más inclemente!
Tuve la oportunidad de mirarlo desde la óptica periodística en tres ocasiones, cuando por sus giras internacionales visitó Cuba del 19 al 22 de septiembre de 2015 bajo el lema «Misionero de la Misericordia»; inmediatamente después su presencia en Naciones Unidas (ONU) el 25 del mismo mes de septiembre de ese 2015 y, por supuesto, su visita a México entre el 12 y el 17 de febrero del año siguiente (2016) que tuvo como eslogan «Francisco, Misionero de Misericordia y Paz».
En todos sus discursos pronunciados en los actos públicos que presidió había un elemento constante: su rechazo a lo que él llamaba la «cultura del descarte», la cual se refiere a una ideología, producto del liberalismo económico, en la que se hipervalora la producción y el consumo, dejando de lado la sostenibilidad y la dignidad de las personas así como a la propia naturaleza.
Francisco describía de esa manera el riesgo ya presente en la sociedad que descarta a aquellos que no son considerados «productivos» o que no se ajustan a los estándares de la cultura dominante como lo son los ancianos, los enfermos, los pobres y los marginados.
En pocas palabras, el Papa acuñó ese término para advertir sobre una nueva y peligrosa forma de vida de la sociedad actual: «consumir y tirar».
Hoy, nos hará falta su testimonio de humildad, respeto, diálogo y esperanza.