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viernes, octubre 11, 2024
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#PlumaLibre … DIALOGOS EN EL INFIERNO

Polibio de Arcadia

Polibio de Arcadia

Analista político por placer, activista de derechos humanos por convicción, sociología como forma de vida.

DIALOGOS EN EL INFIERNO ENTRE FRIEDRICH NIETZSCHE Y POLIBIO DE ARCADIA

POLIBIO

Un buen día me levanté muy temprano, como a las 5 de una mañana que auguraba ser muy lluviosa. Había truenos y viento soplando insistentemente en mi ventana. Me parecía que todo se había puesto en una única línea de tiempo y que se habían reunido en mi habitación. Bajaban del techo de mi cuarto una serie de telarañas luminosas que rompían el aire frío de la habitación y se posaban en varios puntos de mi cuerpo.

Debo aclarar que no soy en ningún sentido un fanático, o practicante en una religión organizada (soy tal vez si cabe un ser espiritual en contaste renovación), y que tal vez mi exposición inicial hiciera un retrato mío como si lo fuera, cosa nada cercana a la realidad.

Sé que la mente tiene un basamento fisiológico que transcurre como procesos bioquímicos, que se produce en base a neurotransmisores creados y regulados por las neuronas y sus conversaciones sinápticas. Sé muy claramente que, aunque eso es verdad, no es toda la explicación, a riesgo de aparecer como un reduccionista o mecanicista.

De antemano conozco que el entorno es también responsable de todo lo que ocurre en el comportamiento humano y que, juntos, fisiología y ambiente, producen todos los comportamientos del ser vivo. Pero no quiero perderme en devaneos que me hagan desviar el paso.

Por todos los antecedentes que se me quieran imputar, se pudiera deducir todo mi cambio epistemológico posterior: que, si mi abuela efectivamente fue una fanática religiosa, hasta el punto de perder la tolerancia hacia todo lo que no haya sido su religión, la cual murió como vivió: sola y demente; olvidada en una urna en un nicho de una Iglesia.

Que si mis extensas y profundas lecturas, que si todo lo que me enseñaron en la Carrera de Sociología, que si todo lo que he visto como comportamientos estúpidos motivados por el aparato religioso llamado iglesia, que si todo lo que se le quiera agregar, es igualmente válido.

Todo lo que se pueda decir de lo anterior es digno de tomarse en cuenta a la hora de buscar mis motivaciones más profundas sobre lo que me ocurrió aquella ocasión y es porque me hice varias preguntas sumergido en una vorágine de imaginación sin perderme en ella, ya que en todo momento supe que se trataba de una obra de teatro creada por mí.

Yo era el director, el actor principal, el tramoyista, el iluminador, el apuntador, el guionista y todo, todo lo dominaba yo tras bambalinas, siempre tuve el control y me dejé llevar como una piragua que baja por el río de la montaña sin perder el timón, pero dejando que la corriente haga su trabajo de arrastrarme hacia el fondo del valle.

Las telarañas luminosas eran las ideas y las preguntas, los elementos que chocaban en mi ventana aullando y gruñendo en todo momento como viento y truenos. Era yo y nadie más que yo.

Entonces baje al infierno a buscar a Nietzsche el cual me daría las respuestas o al menos intentaría dialogar de tú a tú, sin que me cuestione. Todavía se encuentran aquí Maquiavelo y Montesquieu, los pude escuchar diciendo:

Maquiavelo. – De los personajes ilustres cuyas sombras pueblan esta lóbrega morada, a nadie tanto anhelaba encontrar como a Montesquieu. Relegado a esta región desconocida por la migración de las almas, doy gracias al azar por haberme puesto por fin en presencia del autor de El Espíritu de las Leyes.

Montesquieu. – El antiguo secretario de Estado de la república florentina no ha olvidado aún su lenguaje cortesano. ¿Pero qué, de no ser angustias y pesares, podríamos compartir quienes hemos llegado a estas sombrías riberas? (Maurice Joly, Dialogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, página 45)

Estaban tan enfrascados en sus discusiones que no notaron mi presencia. Seguí caminando y más adelante pude ver a Dante Alighieri y a Virgilio diciendo:

“Mientras que yo bajaba por la cuesta, se me mostró delante de los ojos alguien que, en su silencio, creí mudo.

Cuando vi a aquel en ese gran desierto «Apiádate de mí -yo le grité-, seas quien seas, sombra a hombre vivo.» Me dijo: «Hombre no soy, más hombre fui, y a mis padres dio cuna Lombardía pues Mantua fue la patria de los dos.

Nací sub julio César, aunque tarde, y viví en Roma bajo el buen Augusto: tiempos de falsos dioses mentirosos.

Poeta fui, y canté de aquel justo hijo de Anquises que vino de Troya, cuando Ilión la soberbia fue abrasada.

¿Por qué retornas a tan grande pena, y no subes al monte deleitoso que es principio y razón de toda dicha?» «¿Eres Virgilio, pues, y aquella fuente de quien mana tal río de elocuencia? -respondí yo con frente avergonzada-.

Oh luz y honor de todos los poetas, válgame el gran amor y el gran trabajo que me han hecho estudiar tu gran volumen.

Eres tú mi modelo y mi maestro; el único eres tú de quien tomé el bello estilo que me ha dado honra”. (Dante Alighieri, La Divina Comedia, Infierno. Canto I, página 2).

Quedé extasiado, recordé cuando leí por primera vez tan bello libro, quise acercarme para dialogar, pero unas sombras se interpusieron y los perdí de vista.

Las sombras se disiparon, seguí caminando y di con Nietzsche, estaba con un grupo de almas amorfas, dando una disertación:

“Los débiles y malogrados deben perecer; artículo primero de nuestro amor a los hombres. Y además se debe ayudarlos a perecer.

¿Qué es más dañoso que cualquier vicio? -La compasión activa con lodos los malogrados y débiles-el cristianismo…” (Friedrich Nietzsche, El Anticristo, Aforismo 2, página 28).

No escucho mi llegada, por lo que permanecí en silencio unos minutos para seguir escuchándolo. Acto seguido le respondí con uno de sus aforismos

“El cristianismo tomó partido por todo lo que es débil, humilde, fracasado, hizo un ideal de la contradicción a los instintos de conservación de la vida fuerte; estropeó la razón misma de los temperamentos espiritualmente más fuertes, enseñó a considerar pecaminosos, extraviados, tentadores, los supremos valores de la intelectualidad.

El ejemplo más lamentable es éste: la ruina de Pascal, que creyó que su razón estaba corrompida por el pecado original, cuando sólo estaba corrompida por su cristianismo.” (Aforismo 5, página 29-30),

Volteo a donde me encontraba y sonrió y me dijo:

Nietzsche. – Aforismo 5 de mi libro El Anticristo, es bueno escucharlo aquí donde no quieren escuchar, donde no quieren aprender, donde su vida para algunos no tiene sentido porque sus acciones que hicieron en vida las están pagando, pero los que nos quedamos en el limbo de la locura estar aquí es volver a empezar. ¿Dime quien eres, no te había visto por aquí?

Polibio. – No soy de aquí, soy del mundo de los vivos, me llamo Polibio de Arcadia, pronto estaré por acá, solo que baje a buscar algunas respuestas a una serie de postulados que tengo desde hace tiempo

Nietzsche. – ¿Qué tipo de postulados?

Polibio. – Sobre ese ente que católicos y cristianos llaman Dios, un ser sin forma ni tiempo. En su Biblia aparece como un ser iracundo, tramposo, malévolo, envidioso, perfecto y no perfectible; sectario, vengativo, impredecible y con varios nombres. En otras religiones tal vez sea un poco más diáfano o más claro en sus límites.

Nietzsche. – Los mismos cuestionamientos que me hacía yo, pero las resolví, recuerda mi aforismo 18

“El concepto cristiano de Dios -Dios como Dios de los enfermos, Dios como araña, Dios como espíritu- es uno de los conceptos de Dios más corruptos a que se ha llegado a la tierra; tal vez represente incluso el nivel más bajo en la evolución descendente del tipo de los dioses.

¡Dios, degenerado a ser la contradicción de la vida, en lugar de ser su transfiguración y su eterno sí! ¡En Dios, declarada la hostilidad a la vida, a la naturaleza, a la voluntad de vida! ¡Dios, fórmula de toda calumnia del “más acá”, de toda mentira del “más allá”! ¡En Dios, divinizada la nada, canonizada la voluntad de la nada!” (Aforismo 18, página 43).

Polibio. – En Dios divinizada la nada (repetí mecánicamente), pero ve como en tu tiempo y en el mío sigue ocurriendo que a través de esa canonización a la nada es lamentable ver que todos esos hijos de ese Dios que inventaron a su conveniencia, aunque pasen cientos y miles de años, siguen haciendo guerras, matando niños, violando mujeres, consumiendo sustancias que los hacen imbéciles, asesinando en su nombre y no sintiendo remordimientos por eso.

En una palabra, usándolo para satisfacer sus deseos más perversos. Ver a sus representantes encumbrarse en el poder y ensuciarse con el dinero arrancado a los ignorantes, pobres y débiles con las argucias y sofismas más burdos llamados religión.

Ver a muchos de esos incautos que han desarrollado un carácter masoquista, arrastrarse hasta sus imágenes para, según ellos, expiar sus pecados.

Si yo tuviera un hijo y lo viera haciendo semejantes cosas después de haberse portado mal, lo primero que haría es no permitirle que continuara con sus perversas conductas, a menos que yo mismo fuera un malsano mental y disfrutara sádicamente ese espectáculo. Y sus supuestos representantes no sólo no se los prohíben, sino que hasta pareciera que disfrutan viéndolo y lo disfrazan llamando fe a eso.

Nietzsche. – Te entiendo, yo muchas veces lo dije y fui atacado por ello, señale que “El espíritu puro es la mentira pura…Mientras el sacerdote, ese negador, calumniador, envenenador profesional de la vida, siga siendo considerado como una especie superior de hombre, no habrá respuesta a la pregunta: ¿Qué es la verdad? Se ha puesto ya cabeza abajo la verdad cuando el consciente abogado de la nada y de la negación se lo tiene por representante de la “verdad” (Aforismo 8, página 32-33).

Te horroriza ese masoquismo, ese sufrimiento para expiar sus pecados, pero recuerda que esta en su naturaleza, escribí que “para hacerse dueño de los bárbaros el cristianismo tenía necesidad de conceptos y valores bárbaros: tales son el sacrificio del primogénito, el beber sangre en la comunión, el desprecio del espíritu y de la cultura (la edad media es un ejemplo); la tortura en todas sus formas, sensibles y nos sensibles; la gran pompa del culto.

El cristianismo quiere hacerse dueño de animales de presa, su medio es ponerlos enfermos, el debilitamiento es la receta cristiana para la doma, para la “civilización” (Aforismo 22, página 47.)

Polibio. – Claro, domesticados son más fáciles de moldear, eso le conviene al Estado, Iglesia y Estado son uno mismo, se sirven de ellos, el primero los apacigua para que el segundo los explote, el primero les dice que viven en un valle de lágrimas pero que es transitorio, que aguanten que pronto llegaran al Paraíso que alguna vez perdieron por un “error” como tú dices:

“La desobediencia a Dios, es decir al sacerdote, a “la ley”, recibe ahora el nombre de “pecado”; los medios de volver a “reconciliarse con Dios” son, como es obvio, medios con los cuales la sumisión a los sacerdotes queda garantizada de manera más radical aun: únicamente el sacerdote “redime”

Calculadas las cosas psicológicamente, los “pecados” se vuelven indispensables en toda sociedad organizada de manera sacerdotal: ellos son las auténticas palancas del poder, el sacerdote vive de los pecados, tiene necesidad de que se “peque” …Articulo supremo: “Dios perdona a quien hace penitencia” dicho claramente: a quien se somete al sacerdote.” (Aforismo 26, página 53-57).

Nietzsche. – Vaya, veo que conoces bien mi obra.

Polibio. – Si, desde pequeño llegue a ti, no sé si sea tu alumno más aventajado, pero conozco tu pensamiento y puedo decir que me ayudaste a crecer y a ser menos domesticado.

No conozco a los Santos y no creo que exista alguien absolutamente bueno, porque de acuerdo con mi forma de pensar, siempre hay que hallar los contrarios en todo, es decir, dialéctica. Nada puede existir si no tiene su contrario. El problema lo es porque existe una solución, si no, no sería problema.

El hombre existe porque existe la mujer, el día existe por la noche, también el abajo y el arriba, el adentro y el afuera, lo blanco y lo negro, vida y muerte, razón y pasión, amor y odio, bueno y malo.

Sé perfectamente que los presuntos santos que nos han hecho llegar, en realidad son personas de una ética muy elevada (como Cristo por muchos adorado, pero por poco entendido), pero que sus lados oscuros han sido ocultados intencionalmente por sus apologistas para así tener más embobada a la gente y tener un dinero extra para “ayuda de la Iglesia.”

Nietzsche. – Interesante disertación dialéctica, agregaría que “la consecuencia de semejante estado se proyecta en una nueva práctica, la practica propiamente evangélica. No es una “fe” lo que distingue al cristiano: el cristiano obra, se distingue por un obrar diferente. El no opone resistencia, ni con palabras ni en el corazón, a quien es malvado con él.

El no establece ninguna diferencia entre extranjeros y nativos, judíos y no judíos (“el prójimo” es propiamente el que tiene la misma fe, el judío). Él no se encoleriza con nadie, ni menosprecia a nadie. Él no se deja ver en los tribunales, ni se deja citar ante ellos (“no jurar”). Él no se separa de su mujer en ninguna circunstancia, ni siquiera en el caso de una infidelidad demostrada de aquella, todo, consecuencias de un único instinto.” (Aforismo 33, página 63)

Polibio. – Pero ve lo ridículo ¿Cómo una persona tiene que portarse bien porque de lo contrario se estará ganando el infierno en la otra vida? ¿Por qué portarse bien y llevar a cabo buenas obras y actos con la finalidad de ganarse el cielo? Esto me suena a una economía de mercado donde todo cuesta, todo se vende y todo se compra.

Aunado a que de acuerdo a sus ritos el que llaman el hijo de Dios, el Nazareno, o Jesús murió por ellos para evitar esto, pero aparte ¿No puede existir la buena conducta simplemente por existir, por saber que eso ayuda a la vida de la especie humana y a la naturaleza?

¿No puede haber alguien que, al hacer el bien, en cualquiera de sus manifestaciones, no lo haga pensando que está acumulando puntos para ganarse el cielo? ¿O que debe hacerlo a riesgo de que, si no, se acerca más al infierno? La malignidad es parte de los lados oscuros de la humanidad, y existe porque es la condición de para que haya bondad, no porque viva un ser malvado que llaman Diablo.

Nietzsche. – Para, detente por favor son muchas preguntas, buenas preguntas, por cierto, que veo no te han respondido, veo tu rostro como se enrojece por la pasión que le pones, pero mira, con calma vamos quitando los velos a este galimatías que traes.

Recuerda lo que dije, “este “buen mensajero” (el que llaman hijo de Dios) murió tal como vivió, tal como enseño, no para “redimir a los hombres”, sino para mostrar cómo se ha de vivir. Lo que el lego a la humanidad es la práctica: su comportamiento ante los jueces, ante los sayones, ante los acusadores y ante toda especie de calumnia y burla, su comportamiento en la cruz.

El no opone resistencia, no defiende su derecho, no da ningún paso para apartar de si lo más extremo, más aun, lo provoca… Y el ora, sufre, ama con quienes, en quienes le hacen mal…No defenderse, no encolerizarse, no hacer responsable a nadie…Por el contrario, no oponer resistencia ni siquiera al malvado.” (Aforismo 35, página 65).

“Solo nosotros, nosotros los espíritus que hemos llegado a ser libres, tenemos el presupuesto para entender algo que diecinueve siglos han malentendido: aquella honestidad, convertida en instinto y en pasión, que hace la guerra a la “mentira santa” más a un que a toda otra mentira.

Se ha estado indeciblemente lejos de nuestra amorosa y precavida neutralidad, de aquella disciplina de espíritu que es la única que permite adivinar cosas tan extrañas, tan delicadas: en todo tiempo se ha querido aquí, con un desvergonzado egoísmo, solo la ventaja propia a base de la antítesis al evangelio, se ha construido la Iglesia.” (Aforismo 36, página 65-66).

Polibio. – Buen punto, solo los espíritus libres no necesitamos esa clase de Dios para ser “buenos” o simplemente humanos, demasiado humanos como dices tú Nietzsche

Por esa falta de libertad, veo cada día en mi mundo (en tu tiempo también lo viste) a multitudes arrastrarse en nombre de Dios, persignarse pensando en él, rezar con supuesta devoción ante sus imágenes, repetir los salmos y las plegarias siguiendo los rígidos rituales de sus religiones sin entenderlas solo repitiendo, nada ha cambiado, únicamente la cáscara que los cubre.

Hay un poco más de confort y tecnología, la gente vive más tiempo gracias a la medicina, pero es para que los poderosos logren explotar más tiempo a sus proletarios, y los sacerdotes, rabinos, pastores y demás fauna puedan obtener más plusvalía religiosa y material de sus miserables e ignorantes almas.

De cualquier manera, sigo viendo a hombres y mujeres de todas las clases sociales en sus ritos religiosos enmohecidos, aparentando que son buenas personas, y al salir golpean y se entretienen torturando a sus hijos, a los hombres engañando a sus esposas con otras mujeres.

A las mujeres destruyendo a otras mujeres con sus chismorreos y todos en una guerra eterna de estupideces que luego justifican como pecados, listos para como dijiste el sacerdote, ese animal con bozal como decía Schopenhauer en nombre de Dios los perdone.

Por eso me aleje de ello porque no quiero ser convenenciero, no quiero ser dependiente, no quiero engañar o agredir en nombre de un ser que, así como lo muestran no me inspira confianza, no quiero ser hipócrita.

Ahora soy autónomo, yo mismo, responsable de mis actos, de mis errores, de mis aciertos, de mis triunfos y de mis fracasos.

Nietzsche. – Ya es tarde, pronto las mismas sombras que te impidieron ver a Dante y Virgilio se posesionarán en mi e impedirán seguir charlando, debes irte o te quedaras aquí máxime que aún no es tu tiempo.

Quiero terminar con esto, “voy a volver atrás, voy a contar la auténtica historia del cristianismo –ya la palabra “cristianismo” es un malentendido-, en el fondo no ha habido más que un cristiano, y ese murió en la cruz. El “evangelio” murió en la cruz. Lo que a partir de ese instante se llama “evangelio” era ya la antítesis de lo que él había vivido: una “mala nueva”, un disangelio”

Casi eran las siete de la mañana y la tormenta había cesado. Sólo se escuchaban unas cuantas gotas caer en los pequeños océanos de la calle y de las azoteas. Entonces Nietzsche camino pausadamente las sombras lo envolvieron y se retiró en calma, en paz y tranquilo.

Ahora vivo en paz con todos y con todo, ahora simplemente soy y ahora al igual que Saramago, me parece bastante claro que entre el pecado (que es la ofensa a Dios) y la herejía (que es la negación de la verdad que se debe creer) algo existe en común: ambos expresan una voluntad de rebelión, por lo tanto una voluntad de liberación, sea cual sea el grado de conciencia que la defina, pero yo quiero ser completamente libre y no vivir pecando, puedo hacer trascender esa miseria y estupidez para ser mejor no por Dios, sino por mí y para mí.

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