¿QUIEN ES LA PRIMERA ESCRITORA FRANCESA QUE GANA PREMIO NOBEL?
CULTURA SOBRE RUEDAS
¿Quién es la primera escritora francesa que gana el Premio Nobel de Literatura?
Annie Ernaux nació el 1 de septiembre de 1940 en Lillebonne en la alta Normandía francesa con el nombre de Annie Duchesne, donde el escenario de sus primeros años de vida fue pobre pero ambicioso. Fue la segunda hija de un matrimonio de trabajadores -la primera había muerto en 1938-.
Sus padres se mudaron a Yvetot, donde tenían una cafetería y una tienda de comestibles en un barrio obrero de la ciudad. A esa hija única, dedicaron sus esfuerzos y en ella depositaron sus esperanzas: querían que lograra el ascenso social que ellos apenas habían comenzado en un pueblo de unos siete mil habitantes, y se concentraron en darle la mejor educación posible a su alcance.
Ahí pasó su infancia y adolescencia. Desde muy pequeña escuchaba los relatos de todos los que pasaban, además de los de sus padres. Tenía diez años cuando oyó a su madre comentarle a una vecina que su primera hija había muerto de difteria, dos años antes del nacimiento de Annie.
Como sobre tantas otras cosas, la gran escritora francesa nunca les preguntó a sus padres por aquella primera hija y, a su vez, ellos nunca tuvieron la iniciativa de contarle nada acerca de su hermana muerta. Los secretos familiares se convirtieron en una búsqueda y una pregunta, que en su resolvió a través de la literatura.
En Yvetot estudió en una escuela secundaria católica privada, en dónde se encontró con chicas de entornos de clase media y experimentó por primera vez la vergüenza de tener padres de clase trabajadora.
En 1958, a los dieciocho años, se fue de casa durante el verano en un campamento viviendo por primera vez con un grupo de personas de su misma edad, y en la que tuvo sus primeras experiencias sexuales. En 1960 viajó a Londres, lugar en el que trabajó como au pair (persona acogida temporalmente por una familia a cambio de un trabajo, como cuidar a los niños).
Al regresar a Francia estudió en la universidad de Rouen para ser profesora de primaria y eventualmente consiguió un grado en literatura; calificó como profesora de secundaria de francés desde 1960. Más tarde cursó estudios universitarios de literatura y se trasladó a Burdeos.
Por esos años, 1963, quedó embarazada y logró de abortar clandestinamente, la sociedad y su entorno le dieron la espalda, un acontecimiento que abordará en algunos de sus libros.
En 1971 obtuvo el título de profesora en Literatura Moderna, y en 1967 logra una plaza como profesora, ya era una mujer casada y tenía un hijo (tuvo dos y ahora es abuela).
Uno de sus pocos regresos a Normandía coincidió con la enfermedad y muerte de su padre, que murió dos meses después de que ella obtuviera el puesto de profesora a los 27 años.
Ese hecho la lleva a publicar su primer libro en 1974, Les armoires vides (Los armarios vacíos) una novela en la que toma conciencia del alejamiento de su clase social y de su padre, en la que profundiza sobre el abismo que había entre ellos en la adolescencia; hablado desde una clase inferior a la clase media alta e intelectual a la que ascendió; un libro que firmó con el apellido de su marido y que ya no ha abandonado: Ernaux.
En 1977 se muda con su esposo e hijos a Cergy-Pontoise, una ciudad nueva en la región de París. Deja la enseñanza secundaria y asume un puesto en un Centro de Educación a Distancia.
El reconocimiento y el gran número de lectores aparece con la publicación de su cuarto libro La place, 1983 (El Lugar) por el que obtiene elogios literarios y obtiene el prestigioso premio Prix Renaudot.
A principios de la década de los 80 se divorcia y permanece en su casa en Cergy en donde vive hasta el día de hoy, a 40 kilómetros de París. En 1981 publica La femme gelée, (La mujer helada) con un giro autobiográfico donde se cuestiona su trayectoria como mujer y pone en entredicho la condición femenina, y la la vida en pareja con una doble jornada para la mujer.
En el 2000, después de 23 años dando clases, se retira para dedicarse solamente a escribir. En 2008 publica Les Années (Los años), considerado su mayor logro literario, una novela total en la que esta el “yo” que la caracteriza. Por esa obra le fueron concedidos los premios Marguerite Duras y François Mauriac, y el premio internacional Man Booker con la traducción al inglés.
Desde temprana edad Annie Ernaux difumina la línea entre ficción y autobiografía. En Je ne suis pas sortie de ma nuit 1997, (No he salido de mi noche), cuenta la vida de su madre que ha había fallecido en 1986.
“No escribo porque estás muerta. Has muerto para que yo escriba, ahí está la gran diferencia”, escribe en La otra hija a esa hermana que no conoció y cuya sombra lleva aún consigo, su nombre era Ginette, que parecía ser perfecta, amorosa, creyente y portarse mejor que ella.
Tras un cáncer de mama aparece L’usage de la photo, 2005 ( El uso de la foto) en el que catorce fotografías tomadas con su amante, articulan esta historia de amor marcada por el cáncer.
En Le jeune homme 2022 (El hombre joven) narra su romance con un hombre 30 años más joven que ella, a sus 50 años una experiencia que la convirtió nuevamente, durante varios meses, en la «niña escandalosa» de su juventud. Y ahí está ella a la edad de la menopausia viviendo un romance sexual, dominando los tiempos y disfrutando sin culpas.
Un viaje en el tiempo que le permitió dar un paso decisivo en su escritura, dice el resumen del libro aún no traducido al español.
Annie Ernaux escribe en primera persona y reivindica la dimensión política de la intimidad. Su obra, la ha convertido en una referencia del feminismo y la conciencia de clases para varias generaciones, su literatura es una cuidada combinación de experiencias extremadamente personales con una reflexión sobre la realidad social de cada momento.
Todo en un estilo sobrio, casi desapegado, como si no fuera ella misma la protagonista. Siempre desde la mirada crítica de una mujer combativa que lo cuestiona todo, empezando por ella misma. “No me veo escribiendo algo puramente personal, íntimo, ya que somos lo que somos en el mundo, en un cierto mundo y en una determinada época.
Hay un contexto histórico y un contexto social del mundo al que pertenecemos socialmente que es muy importante”, afirmó en una entrevista con el diario El País.
Desde el inicio de su matrimonio no podía dejar de preguntarse “por qué soy yo la que tiene que cocinar o la que lleva a los niños al pediatra, porque mi marido jamás los llevó, jamás”. Annie Ernaux no puede dejar de ser feminista. “Siempre me ha sorprendido que me pregunten si soy feminista.
Yo respondo que no entiendo que se sea mujer y no ser feminista. En la medida en que somos el sexo dominado, no veo cómo podríamos no ser feministas” apunta.
Manifestó solidaridad con el surgimiento del movimiento #MeToo y las multitudinarias protestas de los últimos años a favor de legislar el aborto y en contra de la violencia machista en todo el mundo.
Profesa una conciencia de clase más cerca de lo que llama «los invisibles», esas clases populares personificadas en los chalecos amarillos, los trabajadores que protestan contra la reforma de las pensiones.
Ernaux es la decimosexta persona francesa en ser premiada con el Nobel de Literatura y la primera mujer gala en obtenerlo. Al otorgarle el Nobel el dictamen destacó que el tratamiento de sus recuerdos es implacable pero sin adornos: viaja al momento sobre el que está escribiendo de la manera más completa, poniendo en papel la cruda vulnerabilidad del instante.
Como anclas están: la obsesión, la vuelta a los lugares y a las escenas de la infancia, la importancia del espacio, las calles y los detalles; utiliza canciones, frases y comidas de la época sobre la que escribe. Su trabajo abarca desde la historia de Francia como en Los años, en dónde a partir de imágenes irrumpe un relato personal y colectivo de Francia desde la posguerra.
Sus obras narran su primera experiencia sexual, la vergüenza que la rodea, la enfermedad, la muerte de su madre, su aborto y su vergüenza ligada a su clase; minuciosamente extrae su propia memoria y experiencias de vida manteniendo vínculos cercanos con la sociología con «el coraje y la agudeza clínica con la que descubre las raíces, los extrañamientos y las trabas colectivas de la memoria personal».
Es autora de una obra esencialmente intimista. Ha decidido seguir viviendo Cergy porque “Esta urbe sin pasado era el único lugar donde me sentía bien. Las ciudades históricas me recuerdan a una larga tradición de exclusión social. Aquí podía vivir sin sentirme sometida”.
Su obra Journal du dehors 1993 (Diario de afuera) es un retrato de la ciudad compuesto por escenas cotidianas de las que ha sido testigo cuando camina por esas calles.
En 2011 la Colección Cuarto de Gallimard reunió sus obras hasta entonces escritas, precedidas de fragmentos de su diario —que mantiene desde 1957 y conserva desde 1963— y algunas fotos; convirtiéndose en la primera escritora viva en ser publicada en esta serie. Tiene por título Escribir la vida, en el prólogo Ernaux explica: “No mi vida, ni su vida, ni siquiera una vida.
La vida, con lo que contiene que es lo mismo para todos pero que cada uno experimenta de manera individual: el cuerpo, la educación, la pertenencia y la condición sexual, la trayectoria social, la existencia de los otros, la enfermedad, el duelo”.
En 2014, la Universidad de Cergy-Pontoise le otorgó un doctorado honoris causa. Entre los numerosos galardones recibidos destacan el Premio de la Lengua Francesa 2008 y, en España, el Premio Formentor de las Letras, que se le concedió en 2019 en homenaje a toda su trayectoria; año en que la escritora también estuvo en la Feria del Libro de Guadalajara.
Annie Ernaux es hoy una de las escritoras más reconocidas del panorama literario francés y mundial: «Escribir no ha sido para mí un sustituto del amor, sino algo más que el amor o que la vida”.
A sus 82 años recibe este reconocimiento de la Academia Sueca dotado con 10 millones de coronas (900 mil dólares) que le será entregado el 10 de diciembre de este año.
Hasta la fecha se han entregado 118 premio Nobel de Literatura, y solamente 17 han sido mujeres, en América Latina la única mujer que lo ha obtenido fue la poeta chilena Gabriela Mistral en 1945. En la lista no existen escritoras asiáticas, y solamente dos sudafricanas: la novelista Toni Morrison, y la narradora Nadine Gordimer, hija de europeos nacida en Sudáfrica.