EL MUNDO EN LLAMAS Y UN PAPA QUE AGONIZA / DIMITTIS
03/03/2025
El mundo en llamas y un Papa que agoniza / #Dimittis
El ajedrez global está en llamas. El energúmeno Donald Trump regresó a la Casa Blanca y no oculta su filia y complicidad con el dictador Vladimir Putin.
Una auténtica infamia si se considera que millones de incautos depositaron en él la esperanza de resolver las crisis políticas en Venezuela, Cuba, Nicaragua y el conflicto bélico en Ucrania.
Con la megalomanía que le agrandó el poder, en un giro tan absurdo como peligroso, llamó “dictador” a Volodímir Zelensky, el presidente de una nación que lucha por su supervivencia frente a la invasión rusa.
Mientras tanto, Washington se desmarca del apoyo incondicional a Kiev y Europa revela, con amargura, que está más sola que nunca ante un conflicto que amenaza con desbordarse.
Históricamente, en momentos de crisis global, el Vaticano ha sido un mediador clave. Juan XXIII lo fue en 1962, cuando evitó un enfrentamiento nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Crisis de los Misiles.
Sin embargo, hoy el papa Francisco se debate entre la vida y la muerte, lo que podría hacer pensar que su silencio ante el desastre mundial obedece a su estado de salud.
Pero basta revisar su pontificado desde 2013 para ver que, incluso con plenas facultades, la omisión ha sido su norma cuando se trata de denunciar las tiranías latinoamericanas.
Calló ante la represión en Cuba, minimizó la tragedia venezolana y hoy, mientras la dictadura de los Ortega-Murillo persigue sacerdotes, destruye templos y encarcela monjas, su respuesta ha sido tibia, por no decir inexistente.
Su agonía es la metáfora de un Vaticano que ha renunciado a ser la voz moral que el mundo necesita en pleno siglo XXI.
En México, el panorama no es menos sombrío. Una presidenta débil con una herencia maldita de su titiritero que en sus manos es dinamita pura.
Recibió un régimen marcado por la corrupción y la sumisión al crimen organizado. En un intento vil por salvar el pellejo de su mentor, entregó a 29 capos a Estados Unidos.
No por convicción, sino por necesidad: un esfuerzo desesperado por garantizar su propia protección ante las conexiones que su partido—y su antecesor—han tenido con el narcotráfico.
Pero esta jugada no desmantela el crimen, solo redistribuye el poder dentro del mismo. Y, como siempre, el costo lo pagará la población, atrapada en un país donde la violencia y la impunidad son la única constante.
Así el escenario global y local mientras su santidad agoniza… y la paz también. Sin ninguna protección, en este jaque en el que los estúpidos aspirantes a tiranos han puesto al mundo. ¿será que estamos la víspera de una conflagración de dimensiones apocalípticas?
Huroneo
Inglaterra y Estados Unidos, aliados históricos, hoy están divididos, y eso es una tragedia para el mundo libre.
A 60 años de la muerte de Winston Churchill, qué falta nos hacen líderes de su calibre, o de Franklin D. Roosevelt.
En su tiempo, supieron ver el peligro a tiempo y actuar con determinación porque es como se le responde a los enfermos de poder.
Hoy, en cambio, parte del mundo dominado por populistas, autócratas sin escrúpulos dispuestos a robarnos hasta el alma.
