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sábado, noviembre 23, 2024
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Pluma Libre, La otra pandemia

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Por Nakachi

  • La otra pandemia

La otra pandemia

Es casi imposible no darse cuenta que no vivimos tiempos ordinarios. Al margen de la pandemia de salud, la otra amenaza viene desde el propio grupo en el poder, y es el desmoronamiento de nuestras instituciones y la democracia.

En su columna en El Financiero del viernes dieciocho de febrero, el maestro Macario Schettino da cuenta de dónde estamos parados en esta coyuntura política, lo cito: “México tiene una brevísima historia democrática. En mi opinión, solo ha existido desde 1997, y creo que desde 2018 el deterioro ha sido constante, como ya lo reflejan mediciones externas” (El Financiero, 18 de febrero de 2022).

En 2018, los profesores de la Universidad de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt publicaron su libro Cómo mueren las democracias (Ariel México) pues a partir de la aparición de distintos líderes populistas en algunas regiones del mundo, la democracia vive amenazada. Invirtieron años de estudio en la caída de los aparatos democráticos en Latinoamérica y Europa.

En particular, a partir del golpe de Estado al gobierno de Salvador Allende en 1973, y hasta el silencioso y gradual desgaste del sistema constitucional en la Turquía de Erdogan que asumió el poder en 2014,  viendo con desconfianza el arribo en 2016 a la presidencia del populista norteamericano, Donald Trump.

Levitsky y Ziblatt, refieren al politólogo alemán Juan Linz, quien nació en la Alemania de Weimar, éste vivió en carne propia los peligros de perder la democracia. Siendo catedrático en Yale, dedicó su tiempo a entender cómo mueren las democracias en los países.

Sus conclusiones lo llevaron a escribir su obra La quiebra de las democracias (1978). A partir del trabajo de Linz, los profesores de Harvard, subrayan cuatro señales de advertencia conductuales para identificar a un líder autoritario.

Plantean que debemos preocuparnos en serio cuando un político:

  • Rechaza, ya sea de palabra o mediante acciones, las reglas democráticas del juego;
  • Niega la legitimidad de sus oponentes;
  • Tolera o alienta la violencia;
  • Indica su voluntad de restringir las libertades civiles de sus opositores, incluidos los medios de comunicación.

Trate usted de encuadrar estos cuatro puntos en las conductas cotidianas  de López Obrador y… también comiéncese a  preocupar.

La democracia mexicana le abrió las puertas a un demagogo autoritario que si usted piensa que se irán  respetando la Ley, instituciones y órganos constitucionales, está pecando de inocencia. Si quiere heredar a sus hijos un país con futuro  y libertad, el tiempo exige estar alerta y vigilantes todos los días.

En México, lástima aún más que quien se ha beneficiado de la incipiente democracia que comenzó a construirse con el debilitamiento del régimen de partido hegemónico priista,  hoy desde el poder la dinamite día a día.

Lo que evidencia que la democracia al ser un producto humano es perfectible, mas no debemos de dejar de construir, se nos puede diluir en las manos, no estamos inmunizados contra la quiebra democrática como todos los días lo intenta López Obrador.

En la realidad tienen los demagogos que engañan a sus pueblos, a su enemigo por excelencia. Cuando chocan con ella, suelen intensificar el cúmulo de engaños.

Por esto el presidente de México, puede salir todos los días a mentirnos desde su montaje matutino sin siquiera esbozar rastro de pena alguna. Aunque esto implique violaciones flagrantes a la Ley y una urgente revisión a su salud mental.

La publicación de hace unas semanas de la llamada “casa gris” del primogénito del presidente, José Ramón López Beltrán, caló en Palacio Nacional. Fue una, permítaseme la expresión, bomba mediática tan letal que terminó por exhibir de qué es capaz en el ejercicio del poder, López Obrador

En las últimas semanas vemos a un presidente de la república impotente por no poder darle la vuelta al asunto de la “casa gris”. El tema no es para menos, contradice su vieja cantaleta de supuesta lucha contra la corrupción, honestidad valiente y superioridad moral.

Con desparpajo se ha despojado de toda máscara democrática para mostrarnos su rostro autoritario, está rebasando fronteras, ¡aguas!

De tal modo que es evidente el punto de quiebre en el régimen obradorista. Y este no lo provocó ni siquiera la ausente, temerosa, apabullada y mediocre oposición (PAN, PRI, PRD y MC) que nos tocó en este tiempo aciago para la democracia, lo protagoniza la ciudadanía, los periodistas críticos al régimen como Carlos Loret de Mola.

En esta columna hemos sostenido que el estilo personal de gobernar del presidente de México es anacrónico por donde se le vea. Siendo él un priista de cepa, su cariz autoritario es digno del siglo pasado, desentona con el siglo de la digitalización. Lo que en campaña llamaron “benditas redes sociales”, hoy le resultan incomodas.

Las sataniza. No puede callarlas ni contenerlas, por el contrario, el Space del pasado once de febrero bajo la etiqueta #TodosSomosLoret rompió record mundial de participación. La respuesta presidencial fue con su sello de posverdad: “Grupos de particulares que perdieron privilegios tienen que pagar bots y trolls en las redes sociales para boicotear el gobierno del presidente”.

Nos detenemos en el numeral cuatro de Linz.

La revelación del reportaje de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) que publicó el pasado 27 de enero, Carlos Loret de Mola en la plataforma Latinus cometió la osadía de arrebatarle el discurso y la agenda al presidente de México.

Para un mandatario que solo se ha dedicado a hablar con engaño para promover propaganda el golpe fue demoledor, penetró al acorazado presidencial que parecía impenetrable. Evidenció lo vulnerable de la fortaleza bajo los cimientos del engaño.

El equipo de comunicación presidencial ha sido incapaz de contener la oleada de información que ha tenido impacto en la imagen del presidente. En consecuencia, el  mandatario luce desesperado. Fuera de sí ha intentado de todo para evitar que se hable de la “casa gris” de su hijo, José Ramón López Beltrán.

Retomó el pleito con España, apretó contra el INE, le siguió el INAI;  nada evita el desplome de su “movimiento” que en realidad es él. No le importa responder al mensaje para dar cuentas de cómo fue que le salió un hijo millonario y con una mega residencia en el país más neoliberal del mundo.

Impotente, pisa el acelerador de la demagogia hasta el fondo para lleno de veneno arremeter contra el mensajero. En este caso, al periodista Carlos Loret de Mola.

La respuesta de Loret fue impecable, en la entrevista que le concedió al periodista Marco Levario Turcott (Revista Etcétera, 2022), destacamos estos puntos.

1.- Nada de lo que se publicó en el reportaje de la casa gris ha sido desmentido por el gobierno de México. El presidente de la república es incapaz de decir cuánto gana su hijo y cómo fue que se hizo de una residencia en Houston.

2.- El presidente es un violador reincidente de la Constitución. Exhibir como funcionario información fiscal de un particular es un delito. No solo lo hizo una vez, embriagado de poder, volvió a violarla en público y en vivo.

3.- Lo que tenemos es un mensaje muy claro por parte del presidente: “¿Ah sí?, tú sigue investigando mis actos de corrupción… así te va a ir”.

Según Reporteros sin fronteras, “México es el país más mortífero del mundo para la prensa” (DW, 2022). Lo que hace el presidente al señalar con toda la fuerza del Estado a un periodista, trasciende más allá de una rencilla personal, nos afecta a todos.

Su mensaje autoritario es muy claro: Te lo digo Loret para que lo sepa todo el pueblo de México. De ese tamaño fue la celada populista orquestada al pueblo de México. En ese fangoso y peligroso terreno pisamos todos los días los ciudadanos de a pie en este país.

Acorralado el presidente en su falsa narrativa, echó mano de toda la maquinaría de sus seguidores. El comunicado que expidieron los gobernadores morenistas con fecha trece de febrero de los corrientes, más que favorecer al presidente, lo hunde más. Tan desesperados andan que tuvieron que echar mano del apoyo del nada honorable René Bejarano, operador político del  exjefe de Gobierno del otrora DF (2000-2006) y que en 2004 fue exhibido en videos cuando le faltaron ligas para amarrar los fajos de billetes que procuraba para el “movimiento”.

¿Queda alguna duda del cariz autoritario de López Obrador? ¿Ser omiso ante la dictadura nicaragüense no nos dice nada? ¿Traer como invitado de honor al dictador cubano, Díaz Canel y placearlo en la fiesta de la Independencia Nacional, tampoco nos dice algo? ¿Brindarle reconocimiento diplomático al dictador Nicolás Maduro, no nos hace ruido?

¿Qué podemos esperar en esta segunda parte del sexenio obradorista?

Siguiendo el guion populista, cada que vaya chocando con la realidad, intensificará la demagogia. El presidente nos ha dejado muy claro que lo que menos quiere es gobernar, a él solo le importa el poder. Por mantenerlo hará lo que pueda y sobre quien pueda.

¿Qué podemos hacer para no contagiarnos del virus populista? Destacamos lo siguiente:

1.-Es obligación de todos cuidar la autonomía del INE. Cuidarlo de que el árbitro siga imparcial y evitar que caiga en los tentáculos voraces del “caudillo redentor de la patria”.

2.- No votar en esa patraña denominada revocación de mandato. Abstenerse de hacerlo es ejercer el derecho a rechazar esa patraña. Nada bueno saldrá de ese engaño. Participar es hacerle el caldo gordo al aspirante a déspota, es preciso que insistamos en que se le eligió para seis años y su mandato concluye el primero de octubre de 2024. No más, no menos.

3.- Prepararnos para la elección de 2024. Si por las urnas llegaron, por las urnas deben de irse. Si a algo apuesta quien ejerce el poder para continuar es al abstencionismo. En contraste, si a algo le teme el tirano escondido tras la democracia es a una jornada desbordada en las urnas. No es una tarea fácil, pero debemos fomentar el efecto multiplicador; es decir, lleve a uno a muchos a votar y motive que éstos a su vez lleven a otros; por el que usted elija, pero ejerza su voto.

Tenemos ejemplos de líderes que llegaron por la vía democrática al ejercicio del poder pero enquistados se encargaron de minar la democracia y el entramado institucional: Erdogan en Turquía, Chávez en Venezuela, Correa en Ecuador, Evo en Bolivia, Ortega en Nicaragua. Con sus distintos matices, en común tienen estos gobernantes su ataque sistemático a la prensa libre. Le tienen aversión a los datos duros pues evidencian su fracaso gubernamental.

Cierto es que ningún político por sí solo puede poner fin a la democracia, ésta sí depende de nosotros los ciudadanos. Un hombre no puede ser más fuerte que el aparato institucional de un país.

Esa construcción es responsabilidad de todos. Este tiempo complejo nos ha hecho más resilientes, como sea hemos ido encarando la pandemia de salud,  seguro libraremos esta pesadilla populista. El reto es participar, estar activos, alzar la voz. Si lo logramos después de 2024 recibiremos un país quebrado por muchos frentes, será el tiempo para comenzar a reconstruir nuestro país desde las instituciones. Por ejemplo, retomando el origen del fracaso de este gobierno: la construcción del Aeropuerto en Texcoco.

Referencias

  1. (24 de enero de 2022). DW. Obtenido de https://www.dw.com/es/méxico-el-pa%C3%ADs-más-mort%C3%ADfero-del-mundo-para-la-prensa/a-60540855

Revista Etcétera. (14 de febrero de 2022). Entrevista a Carlos Loret de Mola.

Schettino, M. (18 de febrero de 2022). Fuera de la caja. Recuperado el 18 de febrero de 2022 de

https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/macario-schettino/2022/02/18/la-realidad/

Ziblatt, S. L. (2018). Cómo mueren las democracias, (G. D. GIL. Trad.) Ariel México.

http://@Nakachi_Mx

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