TRABAJAR MÁS NO NOS HACEN MEJORES / PUNTO DE QUIEBRE

05/05/2025
Trabajar más no nos hacen mejores, ni más productivos: el mito de las 48 horas / #PuntoDeQuiebre
Han pasado 90 años desde que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recomendó al mundo una jornada laboral de 40 horas semanales.
Lo hizo en 1935, convencida de que el progreso no debía medirse solo en producto interno bruto, sino en calidad de vida.
Desde entonces, decenas de países han reducido sus jornadas, algunos incluso han ido más allá —experimentando con 35 o 30 horas—. México, en cambio, se quedó atrapado en el siglo pasado.
Sí: firmamos el Convenio 47 de la OIT, pero jamás lo ratificamos. Es como si hubiéramos asentido con la cabeza mientras cruzábamos los dedos por detrás.
Nuestra Constitución aún consagra las 48 horas semanales como norma. Seis días, ocho horas diarias. Lo que en otras latitudes sería una anomalía, aquí es ley.
Somos un país moderno con una jornada decimonónica, una república que exige demasiado a sus trabajadores y les retribuye demasiado poco.
Y los datos son escandalosos: México es el país donde más se trabaja dentro de la OCDE. Pero no por eso somos más ricos. Ni más productivos. Ni más felices.
El sobretrabajo ha devenido en estrés crónico, deterioro familiar, enfermedades mentales y baja productividad. El tiempo que falta en casa no se compensa con lo que sobra en el trabajo.
La buena noticia es que la historia puede cambiar. En 2023, una iniciativa para reducir la jornada laboral a 40 horas semanales sin disminución salarial fue aprobada en comisiones. Este 2025, el Congreso tiene una cita con la justicia laboral.
Reducir la jornada no es un capricho. Es un acto de coherencia con los tratados internacionales, un reconocimiento a la dignidad humana, y una apuesta inteligente por una economía más equilibrada, incluso más productiva y más creativa. La correlación más ocio y creatividad daría resultados.
No se trata solo de trabajar menos. Se trata de vivir más. De tener tiempo para criar, amar, estudiar, crear, cuidar, jugar, respirar. Se trata de no seguir fingiendo que el progreso consiste en cansarnos hasta desfallecer.
México no puede seguir siendo el país donde la gente trabaja hasta el agotamiento para seguir siendo pobre. Si queremos una nación más justa, más productiva y más feliz, la reforma laboral no es opcional: es urgente. Y es moralmente impostergable.
La jornada de 40 horas no es el techo. Es el piso civilizatorio. Es hora de alcanzarlo.
Trabajar 40 horas semanales debiese ser sinónimo de productividad, efectividad y más felicidad, al menos ese es el propósito,