SHEINBAUM AVANZA, ¿Y EN LA OPOSICIÓN? / LUMINISCENCIA
LUMINISCENCIA
La Opinión 30/11/2022
Sheinbaum avanza, ¿y en la oposición?
De acuerdo con al menos cinco encuestas de los últimos meses (El Universal, El Financiero, El País, SDP Noticias y Reforma), Claudia Sheinbaum encabeza las preferencias electorales, dentro los cuadros de la 4T, en la carrera presidencial del veinticuatro.
El promedio de estas mediciones la coloca con al menos 41.8% de preferencias, por encima de Marcelo Ebrard (31.9%), Adán Augusto López (14.05%) y Ricardo Monreal (12.3%).
Además de los números que arrastra, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México se ha mantenido estrictamente apegada al estilo, discurso y formas de López Obrador. Esto la ha colocado, al interior, como la carta preferida del presidente para su futura sucesión.
Sorprende que, casos como el del Línea 12 y el Colegio Rebsamen, parecen no mellar en la popularidad y aceptación de la jefa de gobierno de la CDMX, por los resultados de su administración, que cuenta con altos niveles de aprobación.
Mientras eso ocurre en el lado del partido en el gobierno, en la oposición parece haber un vacío. Un nombre que ha surgido para hacerle frente a la jefa de gobierno capitalino, en caso de ser un careo mujer versus mujer, es Lilly Téllez, quien se ha dado conocer en su etapa como Senadora de la República por la estridencia de sus discursos en la Cámara alta.
Sin embargo, entre ambos perfiles hay grandes diferencias. Sheinbaum posee una formación académica como científica y autora publicada, además de tener una trayectoria consolidada en el servicio público como Jefa Delegacional, Secretaría del Medio Ambiente y Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Téllez por su parte ha sido reportera, conductora de televisión y productora. No posee experiencia en el gobierno y en lo que va de esta Legislatura, se ha dado a conocer más por sus fuertes mensajes en tribuna, que por su trabajo legislativo. La diferencia de perfiles es abismal.
Pero la Senadora por Sonora no es la única opción en el lado opositor. Hay otros nombres que suenan como posibles candidatos para competirle a Morena en 2024. Ricardo Anaya, Margarita Zavala, Santiago Creel, los gobernadores Mauricio Kuri, Mauricio Vila y Maru Campos; y el Alcalde de Monterrey Luis Donaldo Colosio Riojas.
También suenan Enrique de la Madrid, el gobernador Samuel García, el ex Secretario de Economía en el gobierno de Peña Nieto, Ildefonso Guajardo; los dirigentes del PAN y el PRI, Marko Cortés y Alejandro Moreno; y los priístas Claudia Ruíz Massieu y Miguel Ángel Osorio Chong, entre otros.
Aunque muchos de ellos cuentan con amplias y reconocidas trayectorias políticas, su nivel de conocimiento es bajo en comparación con la morenista. El ex candidato presidencial, Ricardo Anaya, es el que posee el más alto nivel de conocimiento, con un setenta por ciento.
Sin embargo, el queretano enfrenta el grave problema de los señalamientos por corrupción (que por cierto no cuentan con prueba sólida alguna) que le imputa la FGR por el caso “Odebrecht”.
Lejos de Anaya, el resto de los políticos interesados en encabezar la candidatura de la alianza opositora poseen un nivel de conocimiento por debajo del 40% y es escasa la información sobre sus positivos y negativos (aprobación y/o desaprobación).
Pero el problema real no se encuentra en la falta de conocimiento o en la trayectoria de morenistas versus opositores. El problema parece estar radicando en la falta de una narrativa que comunique un proyecto de gobierno sólido, que haga contraste al proyecto de la Cuarta Transformación, y en la falta de una “campaña de tierra”.
Mientras los cuadros de Morena se encuentran desde este momento en una campaña permanente y activa en actos públicos, eventos de gobierno, marchas, etcétera; la oposición parece dispersa y avanza cada vez más desconectada, entre sí y de la población.
Vaya, incluso ha salido a relucir el nombre del morenista Ricardo Monreal para encabezar el proyecto opositor rumbo al veinticuatro, tras las diferencias abiertas con el presidente, que ha dejado ver en las últimas semanas; sin que se haya desmentido tajantemente la versión. ¿Tan mal está la cosa?