LOS VERDUGOS SIEMPRE TERMINAN COLGADOS DE SU PROPIA SOGA / OPINIÓN ABOGADO NAKACHI

02/04/2025
Los verdugos siempre terminan colgados de su propia soga / #BitácoraDeLaLuna

Tuvieron que pasar seis años para que el expresidente priista se manifestara. Ernesto Zedillo, el tecnócrata que enseñó modales a la oligarquía mientras soltaba a la bestia de la alternancia, ahora se rasga las vestiduras: “La democracia mexicana ha muerto”, sentencia en Letras Libres, como si él mismo no hubiera puesto el arma en manos del verdugo.
Zedillo no se equivoca: la democracia mexicana murió. Lo que tal vez no sospecha es que, como en las malas películas de zombies, cuando el cadáver empiece a moverse de nuevo, lo primero que hará será buscar a sus asesinos para devorarlos.
Siguiendo la vieja lógica de Marx —todo sistema cultiva el germen de su destrucción—, no es de extrañar que el principal beneficiario de la apertura política fuera un caudillo del resentimiento, el embustero tabasqueño que no aprendió a construir nada, pero sí a dinamitarlo todo.
El problema no fue abrir la puerta: fue abrirla sin ver que afuera ya no había ciudadanos, sino una turba hambrienta.

La ironía es gruesa: Zedillo fue quien abrió la puerta a la alternancia y sin saberlo, también dejó entrar a López Obrador, un resentido social que llevaba décadas rumiando agravios, con la venia del ingeniero Cárdenas —a quien como buen sociópata, después de que lo usó, lo desechó—.
El arquitecto de la democracia entregó las llaves de su creación a quien, tiempo después, cavaría su tumba.
Pero la historia tiene hambre de sangre nueva. El embustero y su corte no sólo heredaron los vicios del pasado: los perfeccionaron. En vez de erradicar la corrupción, la disfrazaron de justicia social.
En lugar de reconciliar, institucionalizaron el rencor. El mesías tropical predicó humildad mientras su entorno saqueaba en nombre del “pueblo”. Sembraron odio y cosecharán ruina.

Hoy, mientras el embustero esconde la cabeza −después de matar a la República− y su séquito se hunden en el lodazal de su propia corrupción y mezquindad, repiten el ciclo: cosecharán el odio que sembraron.
No serán derrocados por la miserable oposición que hoy tenemos (si es que acaso aún existen), sino devorados por sus propias traiciones, ambiciones y excesos.
Los imperios caen por exceso de poder; las sectas, por exceso de estupidez. La secta embustera no morirá en la batalla contra sus enemigos: se pudrirá desde adentro.
Este grupo de rufianes que se agandallaron del país será recordado no por sus hazañas, sino por su inevitable implosión. No es cuestión de si va a suceder, sino cuándo.
Huroneo final

Ya que anda en boga el Dr. Zedillo, si algo hay que reclamarle es que él toleró que el embustero en 2000 pudiera competir como jefe de gobierno del otrora Gobierno del Distrito Federal.
El tabasqueño no cumplía con los requisitos pero lo dejaron pasar. Quién lo iba a decir, el demócrata de siglo XX le abrió la puerta al tirano de siglo XXI.