LA CASA EN LLAMAS | MARTÍN ESPINOSA

19/11/2025
- Cuando la indignación deja de ser individual y se convierte en clamor colectivo, la historia de un país cambia.
La casa en llamas
México se ha ido «encendiendo» de a poco en los últimos años. El factor determinante de este movimiento social ha sido el desasosiego de grandes segmentos poblacionales frente a la galopante inseguridad en la que hemos vivido durante la última década, principalmente en los últimos 7 años, debido a la colusión abierta entre el actual régimen político y los principales grupos criminales del país que hoy gozan de total impunidad.
No existe sociedad en el mundo que soporte el nivel de violencia cotidiana que provoca la muerte de los suyos; hijos, hijas, madres, padres, hermanos y hasta sus propios líderes sociales y políticos de bien han sido asesinados por todas las regiones del país, como sucedió recientemente en Uruapan, con su alcalde Carlos Manzo.
Hay momentos en la vida de una nación en que la indignación deja de ser algo individual para convertirse en un clamor colectivo: México vive uno de esos momentos cruciales de su historia. Muchos de los mal llamados «servidores públicos» del partido Morena cruzaron ya una línea que jamás debió ocurrir: la que divide un Estado de derecho del consentimiento a los grupos criminales, y que quedó plasmada en aquella lamentable frase del cabecilla de su movimiento: «Abrazos, no balazos.»
Hoy, ejemplos cunden por todo el país, en los que quienes haciendo uso de su derecho al disenso y a la libre manifestación de las ideas son perseguidos de manera cruenta, mientras los criminales que secuestran, asesinan y golpean a los ciudadanos de bien son tolerados por el régimen.
Lo que en el pasado eran sospechas, hoy son patrones de conducta de políticos y delincuentes. Lo que antes se intuía, hoy se confirma dolorosamente en actos de violencia y complicidades que han costado y siguen costando vidas de mexicanos inocentes.
Pero hay una tragedia mayor: les han robado la esperanza a millones de compatriotas que depositaron su confianza en quienes prometieron limpiar la corrupción y terminaron «tragados» por ella. Nada duele más que la traición disfrazada de esperanza.
El Estado mexicano ha sido capturado por gente sin escrúpulos, intereses criminales que no solo han erosionado el andamiaje de la vida pública de la sociedad; hoy, el tejido social está cada vez más descompuesto. Hoy se vive bajo la «lógica del miedo», no de la ley.
El despertar social que hoy se observa deberá conducir a ya no tolerar la colusión entre gobierno y delincuencia. Resulta inaplazable el cambio de rumbo, porque una sociedad que se resigna al narcopoder renuncia a su democracia, a su dignidad y a su esperanza.
Alzan la voz los obispos…
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) asegura que en el país se está viviendo un deterioro constante ante el aumento de la violencia y la inseguridad. En un mensaje emitido tras la conclusión de su CXIX Asamblea, los obispos de todo el país advirtieron que la violencia que enfrentan miles de familias no coincide con los reportes gubernamentales ni del oficialismo.
«México está cansado de tener miedo. Vemos un despertar de la ciudadanía cansada de las extorsiones y la inseguridad que domina grandes regiones del territorio nacional.»
Y lanzan la invitación a «caminar y conversar sobre las acciones que necesitamos emprender para recuperar la paz del país» el próximo domingo 23 de noviembre a través de todas las parroquias, con acciones por la paz, tales como caminatas, celebraciones, conversatorios, encuentros familiares, convivencias juveniles y jornadas de oración por los desaparecidos.
Si hay una institución que en México tenga presencia hasta en los poblados más alejados, además del Ejército, es precisamente la Iglesia Católica. De ahí lo relevante de dicha convocatoria.