Opinión del Abogado Nakachi / Entre creencias y tradiciones
DIMITTIS
03/06/2023
Entre creencias y tradiciones te veas
Aunque lo neguemos, los mexicanos somos el resultado cultural del sincretismo entre España y los pueblos originarios nahuas. Por donde nos movamos hallaremos evidencias de nuestra fusión con el país europeo, que a su vez, recibió la influencia árabe por más de setecientos años. Una barbaridad de tiempo.
Esos “españoles” musulmanizados pero cristianos y antisemitas, fueron los que llegaron a las nuevas tierras a partir del siglo XVI con un propósito claro: enriquecerse de modo fortuito, ser “alguien” y evangelizar. Les abrió la puerta la desunión que desde entonces padecemos.
Por allí encontraremos una pista del porqué somos una nación dividida, soñadora e ilusa, tendiente a la procrastinación y con un pronunciado presidencialismo.
En general, México es un país de creencias y tradiciones arraigadas de corte milenario que deposita todo en sus presidentes, se desencanta y se vuelve a dejar seducir por quien le promete las perlas de la virgen.
Mucho de nuestro rezago en comparación de las potencias mundiales en materia educativa y económica, tienen que ver que cuando tenemos que escoger entre trabajar o ir a una fiesta, escogemos lo segundo.
Así se nos enseñó y nuestro ejemplo enseña a las siguientes generaciones. Vaya círculo vicioso tan sólido por siglos que no hemos sido capaces como nación de romperlo. Los lazos religiosos y las tradiciones en un grupo social siempre imperan sobre el desarrollo.
Si no veálo, se aproxima la temporada vacacional de verano y las playas estarán llenas de gente que tuvo que pedir prestado para salir a pasear, pues es una tradición familiar. Todo al chilazo y a la mexicana.
En su libro Los Guardianes de las Llaves (Jus, 1999) de Wilton Wynne, explica que cuando en 1978, Juan Pablo II asumió el papado recibió un bofetadón de realidad en la cara: la Santa Sede a consecuencia de las políticas económicas erradas de sus predecesores, provocaron una crisis financiera en el Vaticano.
Para librar la crisis, buscaron un país devoto tanto en número como en calidad de fe. México fue el experimento de esos viajes pastorales que tuvieron como propósito, matar dos pájaros de un tiro: procurar harto cash y aprovechar el talento teatral nato de Wojtyla para transmitir el evangelio.
No se entiende el papa viajero y guadalupano sin este cariz de corte financiero-religioso. No lo crítico, solo muestro la estrategia. Cualquier liderazgo busca responder a las necesidades de su comunidad.
Lo anterior sirva para explicar el éxito de MORENA y el efecto López Obrador entre la población mexicana.
Si Cortés pudo conquistar el imperio mexica, fue porque escuchó, recorrió y conoció las tradiciones nahuas, vio de cerca nuestra desunión y desde allí dio la estocada magistral. Si López Obrador pudo llegar a la presidencia es porque caminó por México, escuchó las demandas populares de los olvidados, y supo descodificar cómo significan las tradiciones y la religiosidad en el país para inyectarle en sus venas ese fanatismo populista con tintes religiosos.
Quien diseñó el logo y escogió el nombre de MORENA fue asertivo en sus colores, lema y en presentarnos después de una pausa en (2013) a un AMLO conciliador, pacífico y “transformado”.
El mesías convertido, regresó para “salvar” a México. Una insidia perfecta en un pueblo de creencias.
Mientras estaba en proceso de transformación, su socio EPN, ejecutaba sus reformas estructurales: energética, de telecomunicaciones y educativa. Vaya sintonía macabra.
La historia ya la conocemos, el impacto de las reformas generó descontento en los grupos afectados: el sindicato de maestros, los trabajadores de la industria petrolera, y los intereses de los dueños de las telecomunicaciones.
Nuestro hoy prestidigitador oficial, esas reformas le cayeron como maná del cielo para cuajar el vínculo con su grey.
La secta política aprovechó la coyuntura para con recursos de dudosa procedencia, inocular hasta el tuétano la ideología de la nueva ilusión de México. Pocos lo detectaron y hoy ya en el poder, la nación vive las consecuencias.
Hace poco conocí de cerca el caso de una profesora de educación primaria que estaba feliz porque en la población artesanal de San Jerónimo Ocotitlán, Puebla, compró una alcancía con la figura de AMLO.
Tan feliz estaba que piensa con seriedad regalar esa artesanía a sus familiares y alumnos en ocasiones especiales. La cosa sería anécdota si no fuera que en esas manos devotas está la formación de nuestros infantes.
Ese fue el éxito de López para arrollar en la elección federal de 2018. La prueba de la inocencia y estupidez es contundente: 30 millones 113,483 votos obtuvo.
Mucho de la supuesta popularidad de AMLO se sustenta en la creencia popular de que es un hombre bueno y preocupado por el pueblo. Qué difícil es hacer entender a un chairo que su semidiós es pirata.
Ya lo advirtió Mark Twain en el siglo XIX: “Es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañados.”
Mientras el Atila destructor no tiene empacho en ejecutar su obra de corte fascista, la oposición y clase media sigue sin entender dónde estamos parados en este país de creyentes.
México es tan rico y plural que es más de 30 millones de votantes. Pero también es más de los millones que no votarían por MORENA.
En la elección presidencial de 2018, votó el 56 % del padrón. Es decir, hay un jugoso 44 % de ciudadanos a los que hay que convencer y no solo aspirar al descontento social. Según los datos del INE al corte del 26 de mayo de 2023, el padrón electoral es de 97,302,263 electores.
Ese 44 % traducido en números equivale a casi 39 millones.
Lo anterior nos permite ver con claridad que el reto en 2024 es vencer al abstencionismo y seguir caminando con todo y mitos y creencias; pero sobre todo, con humildad y unidad presentar un candidato en común.
Muchos coincidimos en que tenemos que ir unidos al 2024 donde incluso, un obstáculo es la oposición de pacotilla con sus dirigentes risibles.
Terminada esta pesadilla, seguro saldremos fortalecidos porque ya pagamos el precio de haberle abierto la puerta y entregado todo el poder a un demagogo limitado, deschavetado y charlatán que hasta él cayó en el hoyo de la subjetividad: creyó que por ser presidente de México el país solito iba a caminar.
Estamos a 16 meses del relevo presidencial, tiempo que será de horror y radicalización, pues gobernar un país tan complejo como México sí tiene ciencia y el presidente sabe que se juega el cielo o el infierno de la aversión pública.
No nos distraigamos, por más que le busquen este es el drama mexicano actual: democracia liberal o dictadura.
Huroneo
Hoy se bajó del agonizante PRD su vicecoordinador en el Congreso de la CDMX, Jorge Gaviño. Dice que después de hablar con familiares, amigos y su mascota, se suma a la campaña de Claudia Sheinbaum, y su primer razón: “Cuando la vi a los ojos por primera vez, me encontré la sensibilidad, la firmeza y la coincidencia en una sola preocupación, la gente…”
Si el diputado Gaviño pudo ver eso en Sheinbaum, espero sea capaz de ver que de este lado, lo vemos como un desleal oportunista caradura, traidores les dicen. El inocente cree que le irá mejor en la secta del todopoderoso. Insisto, nos persiguen las creencias.