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martes, diciembre 3, 2024
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Pluma Libre… ¿AMLO juarista?

 

Por Rolando Nakachi 

Dice la sabiduría popular que no es lo mismo ser borracho que cantinero. Como candidato a la presidencia de la república, López Obrador fue en todo crítico al poder. Como opositor fue preciso en su diagnóstico a los retos y desafíos del México de siglo XXI. En el ejercicio del poder, y a la mitad de su alto encargo, ha dejado mucho que desear, cada día por más que intenta ocultar la realidad como prestidigitador entre acto y acto, fracasa en el intento. Dicho de otro modo: Por mucho que intensifique la demagogia, la realidad dice lo contrario.

Vayamos hacia atrás

Fue en el supuesto fraude de 2006 que basó la patraña fundacional de su movimiento. Estafa que por cierto, jamás comprobó. Ya lo dijo Jorge Fernández Menéndez:

A la mañana siguiente (6 de julio)  fue cuando por primera vez alegó la existencia de un fraude que se habría generado al manipular el PREP; alegaba, no era posible que Calderón se mantuviera en ventaja ininterrumpida desde el inicio de la jornada a pesar de lo cerrado de la elección. Inventó allí lo del fraude cibernético, que se desmoronaría por su propio peso. Desde la misma tarde del domingo su encuestadora oficial, Ana Cristina Covarrubias, le había informado que, según sus conteos, había perdido la elección por uno por ciento de los votos. (Menéndez, 2007)

Sigamos

AMLO, fue y sigue siendo un duro crítico a la gestión de Felipe Calderón (2006-2012). En 2017, la crítica continúo y como lo he sostenido, las reformas estructurales de 2013, lo catapultaron políticamente al primer plano nacional. Supo sacar raja política de la coyuntura. Cito el boletín del portal de AMLO: “El presidente del Comité Nacional de Morena, responsabilizó de las masacres de los últimos años en México al panista Felipe Calderón de haber iniciado una guerra contra el narcotráfico y también a Peña Nieto por dar órdenes de aniquilar seres humanos” (Obrador, 2017).

Desde que se autoproclamó “presidente legítimo” en 2006, y durante la campaña presidencial de 2018,  AMLO,  se definió juarista. Ya en el ejercicio del poder, se adjudicó de la figura del benemérito en su proyecto de “transformación”. Puede usted revisar en internet las muchas evidencias de este dicho.

¿Es esto cierto? ¿Sigue AMLO los pasos del benemérito de América? En atención a la historia, ¿Cómo hubiera actuado Juárez en este tiempo en materia de seguridad? AMLO se ha caracterizado por atizar el ambiente de polarización del país en dos bandos: liberales contra conservadores. Mas, ¿es AMLO un liberal o conservador? ¿Cómo fue el liderazgo de Juárez que nos permita interpretar cómo actuaría en el México contemporáneo? Hagamos un ejercicio de comparación y saquemos nuestras conclusiones.

Inicio poniendo el tema en la mesa,  cómo  Juárez pensó y ejecutó la lucha contra el crimen organizado de su época.

Como sabemos, el siete de julio de 1859 en el puerto de Veracruz, el presidente Juárez publicó  la Justificación de las Leyes de Reforma. Es el documento donde el benemérito dejó muy claro su pensamiento de corte liberal. En materia de seguridad, cito al propio don Benito:

Una de las primeras de ésta (nación) es hoy la de atender a la seguridad en los caminos y poblaciones, para extinguir los malhechores que se encuentran en unos y otras, no sólo por los inmensos males que la subsistencia de esa plaga causa interiormente a la Nación, paralizando el movimiento de su población y riqueza y manteniendo en constante alarma y peligro para la vida y los intereses de sus habitantes, sino porque ella desconceptúa al país cada día más y más en el exterior, e impide que vengan a radicarse en él multitud de capitales y de personas laboriosas que por esa causa van a establecerse en otros puntos, Por tales razones, el Gobierno está firmemente resuelto a trabajar sin descanso en remediar este grave mal por todos los medios que estén a su alcance (Benito Juárez, 2020)

En su tiempo, al salteador de caminos si se le agarraba in fraganti se le colgaba legalmente para que sirviera de escarmiento. Para eso se configuró la Policía Rural que brindara protección en las carreteras (para profundizar, recomiendo las novelas decimonónicas de Los Bandidos de Río Frío de Manuel Payno y El Zarco de Ignacio M. Altamirano).

Don Benito jamás hubiera pactado con el crimen organizado y menos hubiera dejado libre a un delincuente o líder de algún cártel. Recuerde usted cómo acudieron a él para clamar por la vida de Maximiliano y don Benito no se tentó el corazón, no se andaba por las ramas. Tuvo muy claro como abogado, que todo presidente que protesta la Constitución, su principal deber es cumplir y hacer cumplir la Ley. Sus propias palabras lo dicen todo: “… atender a la seguridad en los caminos y poblaciones, para extinguir a los malhechores…” Haciendo gala de la imaginación, sobre la ocurrencia del “abrazos, no balazos” sin duda, no estaría de acuerdo y sería un riguroso opositor.

  Paso al  pensamiento económico de Juárez

Diré algo fuerte para los que falsamente lo asocian con ideas de izquierda. Fue un liberal y con tendencias hacia la derecha. Fue un promotor de las libertades en todos los sentidos.

Supo que había que generar una clase propietaria (que a la sazón no existía). Para lograrlo, ejecutó las Leyes de Reforma, donde al clero le nacionalizó sus bienes y a las comunidades indígenas los obligó a desamortizar sus bienes. Aquí viene lo que lo separa de muchos políticos: al ejecutar la Ley, las tierras y propiedades no se las quedó el Estado para hacerlo robusto hasta estatizar la economía; las remata a particulares. Esto con objeto de fomentar la inversión privada (sobre todo extranjera), capaz de fortalecer la propiedad y riqueza particular.

Como liberal, tuvo muy claro, que el papel del Estado era que con la ley en mano debía: garantizar la armonía en ese círculo virtuoso y construir vías de comunicación. Tal y como lo hizo. Recordemos que con él, comenzó la operación de los ferrocarriles en México. Con la ventaja que da el conocimiento del pasado en armonía con el presente, don Benito, ni por equivocación se hubiera atrevido a cancelar el NAIM; estaría radiante de provocar la inversión extranjera en un proyecto de tal envergadura. No pensaría en estatizar la industria eléctrica, sino dejaría en manos de los particulares la inversión. Él ofrecería un Estado de Derecho para atraer mayor inversión sin distinción de la nacionalidad. Sin duda, se mofaría de la supuesta “soberanía nacional”.

Juárez, celebró un Tratado de libre comercio con los EE. UU: El ominoso, McLane-Ocampo. Fue un ferviente convencido de la globalidad (él sí entendía el mundo). Quedó fascinado, al igual que Lorenzo de Zavala de la vida en EE. UU. Tuvo muy en claro que no se podía amar y promover la libertad y al mismo tiempo odiar al país modelo universal de la democracia y la libertad como es el país vecino del norte.

No fue un mandatario que promoviera las ideas del Estado Benefactor. Siempre puso su propio caso como ejemplo, pues se quitó el calzón de manta para hacerse ciudadano y jamás volvérselo a poner. En su autobiografía, Apuntes para mis hijos: “… de no salir de Guelatao, estaba condenado a la más estúpida y ancestral de las miserias… Tuve nostalgia en dejar a mi familia, pero entre el sentimiento y razón, ganó la razón y salí el 18 de diciembre de 1818 a Oaxaca” (Juárez, 2006). Como sabemos, salió de Guelatao para jamás volver. Simplemente, dese una vuelta por Guelatao, y se dará cuenta que en 2021 sigue abandonado a su suerte. Estoy seguro que no estaría de acuerdo con ese programa clientelar electoral  que el actual gobierno federal  denominó como Becas “Benito Juárez”.

¿Cuál fue la reacción de Juárez ante la prensa crítica?

En su tiempo, el benemérito de América no solo tuvo oposición en el partido Conservador y el Clero. También lo tuvo desde sus propios partidarios como Ignacio M. Altamirano, el propio Nigromante o don Guillermo Prieto, que en 1862 “se separa de éste acusándolo de violar la ley y de golpista, por no cederle la presidencia al Presidente de la Corte, Jesús González Ortega” (Begoña, 1996). Son ilustrativos los cartones de la época en el Monitor Republicano o el Siglo Diez y Nueve, donde lo caricaturizaban como un toro bufando con los ojos rojos llenos de irá o sentado en la silla presidencial gigante y él, enano. No se sabe el dato, que don Benito haya censurado o exiliado  a un solo periodista, crítico o editorial, de todos fue respetuoso. No imagino a un Juárez (con las limitaciones tecnológicas de su época) atizando desde el poder la polarización entre buenos y malos, o instigando desde Palacio: “O estás con nosotros o contra nosotros”.

Como lo sostiene el maestro José Manuel Villalpando, Juárez ejerció un liderazgo que transformó el país, pero también salvaguardó al país cuando estuvo a punto de hacerse añicos. Juárez gobernó con la ley en mano no a discursos.

En términos históricos, AMLO en nada se parece a Juárez. Son diametralmente opuestos. Es más, López Obrador por sus actos, ha sido un presidente muy conservador del régimen que tanto criticó. Diré algo que ofenderá a los fanáticos del actual presidente de la república. Desde mi interpretación histórica, le veo más similitudes con Juárez al expresidente Salinas de Gortari.

El uso que le ha dado este gobierno a la figura juarista es más en el discurso demagógico que siguiendo su obra. Cuando escucho al presidente López Obrador autodefinirse como “republicano, juarista y austero”, me parece que lo dice en el tono del Juárez posterior a la república itinerante. Pues pacificado el país,  cambió radicalmente y quedó atrapado en el encanto que otorga el ejercicio del poder. Arrasó en la elección de 1867. Para 1871, como sabemos, cometió el fraude electoral con el que “ganó” de nuevo la presidencia de la república. Al final de sus días y de ello da cuenta su testamento que es público, murió siendo un hombre rico, con propiedades en Oaxaca y Ciudad de México, a las que por cierto, obtuvo gracias a que mediante información privilegiada, conoció de su denuncia y participó en los remates públicos Hoy le llamamos tráfico de influencias.

¿De qué Juárez nos estará hablando AMLO?

Referencias

Begoña, A. (1996). Historiografía mexicana, Volumen IV. En busca de un discurso integrador de la nación, 1848-19884. México, D.F,: UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas.

Benito Juárez, M. O. (2020). www.inehrm.gob.mx. Obtenido de https://inehrm.gob.mx/recursos/Libros/Justificacion_de_las_Leyes_de_Reforma.pdf

Juárez, B. (2006). Apuntes para mis hijos. Obtenido de ceape.edomex.gob.mx

Menéndez, J. F. (2007). Calderón, presidente, la lucha por el poder (Primera ed.). México, D.F.: Random House Mondadori, S.A. de C.V.

Obrador, A. M. (13 de mayo de 2017). López Obrador. Obtenido de www.lopezobrador.org.mx

http://@Nakachi_Mx

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