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ABSTENERSE TAMBIÉN ES DECIDIR / RODRIGO GONZÁLEZ

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Abstenerse también es decidir

ABSTENERSE TAMBIÉN ES DECIDIR / PUNTO DE QUIEBRE

PUNTO DE QUIEBRE
La opinión de Rodrigo González Illescas / Punto de Quiebre

28/05/2025

Abstenerse también es decidir / #PuntoDeQuiebre

La pregunta no es si debemos votar, sino si este ejercicio puede llamarse elección.
  • Abstenerse también es decidir: el dilema de una elección donde el poder dispone y el ciudadano sufraga

El próximo 1 de junio, México vivirá una elección inédita: por primera vez, la ciudadanía votará por más de 3,600 cargos judiciales.

En el papel, esto parece un avance democrático. En la práctica, se acerca más a una simulación.

Los candidatos no llegaron ahí por trayectoria, mérito ni evaluación ciudadana. Fueron seleccionados mediante una tómbola: un mecanismo opaco disfrazado de transparencia.

En las elecciones presidenciales de 2024, el abstencionismo superó el 38%.

Más que una elección judicial, esto se asemeja a una rifa del poder, donde lo que está en juego no es la justicia, sino el control político del sistema judicial.

La pregunta no es si debemos votar, sino si este ejercicio puede llamarse elección.

En las elecciones presidenciales de 2024, el abstencionismo superó el 38%. Casi cuatro de cada diez ciudadanos decidieron no participar. No fue apatía: muchos lo hicieron como acto de protesta.

Hoy, frente a un proceso que ignora criterios técnicos y éticos, y que busca legitimar el dominio partidista sobre los tribunales, la abstención vuelve a aparecer como un acto político.

¿Abstenerse es rendirse?

¿Abstenerse es rendirse? No siempre. A veces es un grito. Un «no me representan», un «no juego su juego».

El problema no es la ciudadanía que duda, sino un sistema que ha vaciado de sentido al voto y traicionado el espíritu mismo de la democracia: votar y ser votado.

Por supuesto, hay riesgos: una baja participación permite que las estructuras más organizadas —es decir, los partidos en el poder— se impongan con pocos votos.

Pero también es cierto que votar sin información o dentro de un proceso viciado fortalece la simulación y legitima la mentira.

El Senado avaló este mecanismo. El INE lo operará. Pero la decisión última es nuestra. Y no es sencilla.

Lo que debemos exigir no es solo que la gente vote, sino que haya elecciones auténticas: con candidatos preparados, evaluables, seleccionados a través de procesos abiertos y ciudadanos.

Lo que debemos exigir no es solo que la gente vote, sino que haya elecciones auténticas

De lo contrario, votar es como firmar un cheque en blanco a quienes ya concentran todo el poder.

El voto es un derecho. Pero también lo es el derecho a no hacerlo cuando sobran las dudas.

Dudas como los llamados «acordeones» que circulan en redes sociales, donde ya se adelantan los nombres de los futuros ganadores. Si ya está decidido, ¿qué estamos validando?

Participar sin capacidad de decidir no es democracia. Y abstenerse con conciencia, a veces, es el único acto de dignidad que le queda al ciudadano.

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