EL DISCURSO DEL GENERAL / PATRICIA GUERRA FRESE
25/02/2024
El Discurso del General
En 1913, México vivió momentos de oprobio y sangre durante la Decena Trágica, que resultó en la renuncia y posterior muerte del presidente Francisco I. Madero, el llamado Apóstol de la Democracia. El ejército, claro está, jugó un papel preponderante.
Hubo fuerzas que apuntalaron a los generales golpistas, pero también tropa que permaneció leal a las instituciones, que defendió la plaza y que acompañó a Madero en la famosa Marcha de la Lealtad.
Entre los sublevados, estaban los reyistas, que veían en el general Bernardo Reyes al natural sucesor de Porfirio Díaz, a quien seguían ciegamente en su locura de cargar contra Palacio Nacional y así le fue al barbado general, pues cayó abatido en menos de dos minutos.
También participaron los estudiantes de la Escuela de Aspirantes, un plantel militar fundado en 1905. Los alumnos fueron obligados a participar en la reyerta del 9 de febrero en el Zócalo, sin recibir ninguna explicación.
Solamente obedecieron las órdenes del general Manuel Mondragón. El problema fue que la tropa seguía a los hombres y no a las instituciones.
Hoy, 111 años después, la coyuntura política nos hace reflexionar sobre el papel que jugarán las fuerzas armadas mexicanas a partir del 3 de junio.
Se avecina una jornada electoral con participación masiva, como debe ser la fiesta de la democracia, pero también serán unos comicios que, nos guste o no, tendrán la intervención del crimen organizado: Antes, durante y después de las elecciones ¿Dónde se ubicará el ejército? ¿A quién apuntarán las armas el domingo 2 de junio? ¿Y el lunes 3? ¿Jurarán las fuerzas armadas lealtad a la ganadora o ganador?
Las fuerzas armadas son parte del andamiaje necesario para que la sociedad civil viva con tranquilidad. Su misión principal es defender la integridad, independencia y soberanía de nuestro país, además de apoyar a la población en situaciones de emergencia.
Aunque su comandante supremo sea el jefe del ejecutivo, su lealtad, por el bien de todos, es, o debería ser, con México y sus instituciones.
Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, el ejército ha visto diversificada su labor castrense para atender obras y funciones que nada tienen que ver con su misión. De entrada, se les asignaron labores de seguridad pública ante el asombro y desaprobación internacional.
Ojalá la presencia de las tanquetas en las calles sirviera de algo, pero recientemente rebasamos los 180,000 asesinatos dolosos durante el sexenio y el flagelo de la inseguridad es tan extendido como cotidiano. El país está salpicado de sangre.
La novedad sexenal es que los militares construyen aeropuertos, administran aerolíneas del estado, construyen trenes ecocidas, construyen e instalan sucursales bancarias, construyen hospitales y carreteras, pero además se encargan del mantenimiento de las mismas, también manejan las aduanas, los aeropuertos, el espacio aéreo, realizan obras hidráulicas y si me apuran, hasta venden pozole los domingos.
Se podría pensar que la eficiencia y a disciplina militar están presentes en todas las labores que se les han encargado, pero la realidad es que la sociedad se ha topado con opacidad en el manejo de los recursos, costos elevadísimos y eso sí, unos altos mandos muy bien maiceados.
¿Seguirán las fuerzas armadas el camino de la lealtad a las instituciones? La duda es legítima porque la oposición no les ha prometido seguir el camino de la militarización, mientras que la campaña de la candidata oficialista usa la continuidad como bandera.
Hoy, sábado 24 de febrero, se llevó a cabo la ceremonia del Día de la Bandera en el malecón de Mazatlán , Sinaloa. Un evento en el que la mesa de presídium estuvo conformada por 21 personas, de las cuales 13 eran militares.
Hubo dos oradores, el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha y el general secretario, Luis Cresencio Sandoval González. El discurso del gobernador tuvo un fondo político, con juicios de valor y frases hechas en apoyo a la cuatroté.
Llegó luego el turno del general, quien leyó un texto balanceado y bien escrito, pero sobre todo patriótico, lleno de referencias históricas y de amor por el lábaro patrio. Ciertamente institucional.
La bandera es legado de nuestros héroes y símbolo de la unidad, dijo casi al final de su intervención. Ojalá permanezca ahí, en el lado correcto de la Historia.