MUERE IGNACIO SOLARES ESCRITOR, DRAMATURGO, PERIODISTA
Cultura Sobre Ruedas
La opinión de Pilar Jiménez Trejo
25/08/2023
Muere Ignacio Solares a los 78 años
Escritor, dramaturgo, periodista y promotor cultural siempre creyó que la infancia, es destino.
Ignacio Solares (Ciudad Juárez, Chihuahua en 1945) murió la noche del jueves 24 de agosto en un hospital en el que llevaba ya algunas semanas internado luego de haber sufrido una caída en su casa.
«Esos días estuvo ausente casi todo el tiempo, pero por momentos despertaba y pudimos tener algunas conversaciones, fueron momentos muy lindos», cuenta su esposa Myrna Ortega en la sala de la funeraria Gayosso de Félix Cuevas en donde se espera la llegada de Ignacio Solares desde el medio día de este viernes.
Son casi las seis de la tarde y su cuerpo aún no aparece, pero ya esperan amigos, colegas y familiares, junto a decenas de coronas y cestos con flores blancas que llenan la estancia en la que hay una mesita con varios de sus libros: Delirium Tremens, La noche de Ángeles, Nen, la inútil, Columbus, Cartas a una joven psicóloga, No hay tal lugar, El gran elector, La invasión, La instrucción y otros cuentos, Imagen de Julio Cortázar, Cartas a un joven sin Dios, Ficciones de la Revolución mexicana y Madero, el otro. Al fondo una enorme corona con una cinta en la que se lee: Ignacio I Madero.
—¿Quién habrá mandado esa corona?— se pregunta algunos.
En su novela Madero, el otro, Solares devela a una faceta poco explorada del quién ocupó la presidencia de México durante 15 meses —de 1911 a 1913—y nos adentra en sus creencias místicas, sus sueños y su interés en el espiritismo, con el cual, pensaba, tenía una constante comunicación con almas que lo predestinaban a ocupar un lugar de líder y mártir frente a su patria.
La narración se interna en episodios claves del «Apóstol de la democracia» que lo llevaron a ser asesinado brutalmente por las fuerzas del general Félix Díaz en La Ciudadela de la Ciudad de México por órdenes directas de Victoriano Huerta.
—Es muy probable que Madero se la haya mandado por haber escrito ese libro en el que reveló algunos de sus apuntes personales— comenta un escritor presente en el funeral.
Ignacio Solares, fue uno de nuestros escritores más celebres a quién desde su infancia la historia de México y sus personajes lo llevaron a convertirse en un historiador novelista. Solía contar que fue un niño solitario, lector insaciable desde sus primeros años.
«Yo recuerdo que aprender a leer para mi fue un descubrimiento para mi maravilloso. Mi papá eso sí me infundió muchísimo la lectura. Tuve la suerte de todavía de tener mi Salgari, mi Julio Verne, mi H.G Wells, mi Robinson Crusoe», me contó en una entrevista.
Sus primeros estudios los hizo en escuelas de jesuitas, donde robustecieron su formación literaria:
«Los jesuitas me dieron muchísimo, son los mejores maestros, por lo menos que yo he tenido.
Eran hombres muy cultos, muy humanos, muy poco fanáticos: influía mucho el hecho de estar en Chihuahua porque nos llevaban a la sierra tarahumara donde fue una experiencia para mi, todo el paisaje de Chihuahua se me quedó muy dentro de mi», me dijo.
En Chihuahua, siendo un adolescente conoció y escuchó al escritor e historiador José Fuentes Mares, quien lo atrojo al tema de la novela histórica: «Esperaba con ansiedad, el día que iba a ir Fuentes Mares a mi casa porque realmente fue un maestro sin ser maestro, pero eso sucede con los grandes espíritus y grandes escritores que no necesitas necesariamente que te den clase, ya su pura plática puede ser una clase».
Estudio en la UNAM Letras Españolas con varias materias cercanas a la filosofía. Trabajó de todo hasta que el periodismo lo llevó a la literatura; en ese oficio inició con Vicente Leñero, Julio Scherer y Luis Spota. En sus entrevistas indagaba los temas que lo obsesionarían también como escritor: la religiosidad, lo oculto, el misticismo.
Entre sus entrevistados estaban: Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Augusto Monterroso, Álvaro Mutis, Octavio Paz, José Revueltas, Ernesto Sábato, Jaime Sabines y Mario Vargas Llosa, además de los pensadores Iván Illich, Hans Küng, Igor Caruso y Erich Fromm.
«Recuerdo que en una entrevista Jorge Luis Borge me dijo una frase que nunca se me olvidará: dice soy tan escéptico que ya empiezo a dudar de que no exista Dios».
El interés de este escritor y dramaturgo en personajes como el general Felipe Ángeles, Francisco Villa, Bernardo Reyes o Plutarco Elías Calles, lo llevó a crear obras como El jefe máximo, en la que muestra el pragmatismo de seres rodeados de fantasmas. En su libro Delirun Tremens aborda el descenso a los infiernos por el alcoholismo.
«Yo entre a la historia por la puerta trasera, porque realmente estaba escribiendo novelas, pero mi primera novela histórica es Madero, el Otro, porque un amigo, de la familia Madero, tenía en resguardo todas las cartas y allí estaban todos sus escritos espiritas».
Como otros escritores, sobre todo Aldous Huxley, le interesaron las tradiciones religiosas y espirituales desarrolladas a lo largo de la historia.
«Me ha interesado mucho también el hinduismo, mucho, incluso practico una cosa que se llama la meditación trascendental, en la que mi gurú es Pepe Gordon, a través de un manta que repites veinte minutos, esa repetición del manera te ayuda a vaciar la mente».
Interesado también en la psicología, lector de Erich Fromm, Sigmund Freud, y sobre todo a Carl Jung, escribió Cartas a una joven psicóloga; y la obra La moneda de oro ¿Freud o Jung?
Fue por décadas académico y promotor cultural en la Universidad Nacional Autónoma de México de la que no salió por varios años; su ultima misión fue dirigir la Revista de la Universidad.
Por eso le gustaba decir que no era un egresado de la UNAM porque salió casi al final de su vida. Fue maestro de tiempo completo; fue director Coordinación de Teatro y Danza, disciplinas que separó en la coordinación, fue Director de Literatura, coordinador con el rector Juan Ramón de la Fuente, y más de 12 años estuvo como director de la Revista en la Universidad. Su estadía en la Universidad fue casi permanente.
Solares obtuvo distinciones como la beca de John S. Guggenheim Foundation; el Premio Xavier Villaurrutia en 1998 por la novela El sitio; el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares en 1996 por Nen, la inútil, y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura en 2010.
También fue reconocido con el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez en 2008, que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y recibió la Medalla Bellas Artes en 2022. En Chihuahua un premio literario lleva su nombre. Autor de más de decenas de libros, aceptaba decir que para él su novela No hay tal lugar, es su mejor obra.
«Es quizá mi novela más representativa porque es sobre la muerte pero en Chihuahua, en la sierra Tarahumara, donde hay un jesuita que recibe a los que van a morir».
Apasionado lector y conocedor del psicoanálisis, Ignacio Solares solía decir que: infancia, es destino: «Como escribí en un pequeño aforismo que yo los llamo minucias: «Después de un largo recorrido y de rodeos, regresó a donde he estado siempre, nunca se movido del lugar donde empezó».
El último libro publicado por Solares fue un ensayo en coautoría con José Gordon, con quien le unía una amistad de 40 años. Novelista de lo invisible. Conversaciones con José Gordon (2023), editado por Grijalbo, es un volumen en el que el autor chihuahuense habla de una de las obsesiones que lo acompañó a lo largo de su obra: recuperar la dimensión sagrada de la vida.
La última década la dedicó a escribir su columna «Minucias» en el diario El Universal, en las que con pequeñas frases llevaba a grandes reflexiones. Solía enviar por correo a sus amigos y conocidos su colaboración: La última que recibí fue el 29 de noviembre de 2022 en la que escribió:
La irracionalidad de un gobernante repercute como ondas en el agua en la comunidad.
A pesar de la belleza de su nombre, el amor puede ser sinónimo de crueldad.
Nuestra época se regodea en sacar a los monstruos de sus laberintos.
Lo que no hagas aquí, te va a costar más trabajo hacerlo después de muerto.
Nuestros recuerdos más importantes están en el inconsciente.