MÉXICO REPUBLICANO / LUMINISCENCIA
15/01/2025
México Republicano / #Luminiscencia
Para nadie es secreto que los partidos políticos tradicionales atraviesan una crisis. Al igual que la democracia, como ocurre en diferentes latitudes del planeta, los ciudadanos de a pie han dejado de creer y de acercarse a estos espacios para participar en la toma decisiones que los afectan de manera directa.
En el caso de México, es complicado apreciar las banderas ideológicas que representan los partidos políticos en la actualidad, porque se han agrupado bajo dos bloques programáticos: el oficialismo, que incluye a Morena y a sus aliados (PT y PVEM) y la oposición, en donde navegan expresiones como el PAN, el PRI y Movimiento Ciudadano, que no pueden etiquetarse tácitamente como corrientes de derecha, centro derecha, progresistas, liberales, conservadoras, etcétera.
Bajo esta premisa y en procesos electorales anteriores, hemos visto el surgimiento de nuevos partidos políticos que intentan ocupar ese espacio del desencanto electoral: Fuerza por México, del catemista Pedro Haces; las Redes Sociales Progresistas (RSP) integrado por la estructura del SNTE y el PES, dirigido por un reconocido líder religioso.
Todos ellos, vale la pena decirlo, aliados de Andrés Manuel López Obrador y muy alejados de ser verdaderas expresiones ciudadanas con interés en la participación política nacional.
Si bien éstos partidos lograron y perdieron su registro en poco tiempo, lo cierto es que hasta hoy son escasos los movimientos surgidos desde la base social, financiados por particulares y organizados estrictamente bajo una lógica autónoma alejada del poder (es decir, sin promoción de personajes ligados a estructuras de esta naturaleza).
La crisis de los partidos políticos ha sido profundamente analizada y son muchas las conclusiones sobre el fenómeno que hoy presenciamos.
El politólogo irlandés Peter Mair, por ejemplo, apunta en su libro Identity, Competition and Electoral Availability una reflexión que resulta bastante atinada frente al acontecer actual: “aunque los partidos permanecen, éstos se han desconectado hasta tal punto de la sociedad y están empeñados en una competencia carente de significado, que ya no son parecen ser soportes de la democracia». Palabras más, palabras menos.
El descalabro que han sufrido los partidos políticos tradicionales en los procesos electorales pasados, debe entenderse pues bajo premisa de divorcio con el ciudadano y en medio de un contexto donde las propias ideologías atraviesan una confusión que llega hasta esas bases sociales.
Para muestra las coaliciones entre partidos que históricamente eran opositores y que hoy juegan como aliados con el simple objetivo de ganar posiciones.
Rumbo al 2027 comienzan a configurarse nuevas expresiones que aspiran a ser partidos políticos.
México Republicano, definido como un movimiento conservador, binacional, que busca reivindicar la relación geográfica, política, cultural y económica de nuestro país con Estados Unidos; es uno de éstos.
En días pasados, esta organización presentó ante el Instituto Nacional Electoral (INE) su solicitud para convertirse en partido político.
De aprobarse ésta, el siguiente paso sería convencer al 0.26% del padrón electoral, es decir cerca de 256 mil personas, que apoyen, participen y hagan válidas las asambleas estatales o distritales que marca la ley.
Y si bien hay quien califica a México Republicano como una expresión de ultra derecha, lo cierto es que en sus propias palabras, el movimiento propone aprovechar el vínculo mexicoamericano, que incluye más de 50 millones de mexicanos radicando en el vecino país del norte, para construir un nuevo modelo político, económico y social, que haga vigente la propiedad, el Estado de Derecho y las libertades que se han perdido en nuestro país.
Y uno se pregunta entonces, en un país dominado por los grupos de la delincuencia organizada, con niveles de violencia apabullantes, donde prevalecen la pobreza y las desigualdades, pero sobre todo, cooptado por una clase política que promueve el asistencialismo como la principal forma de ingreso económico familiar, ¿es tan descabellada la idea de un nuevo modelo de Nación cuyos principios radiquen en la vecindad entre ambos países?
Lo dejo para la reflexión.