Luciano Spanó inaugura «Entre dos Mundos», una retrospectiva con la que celebra 40 años de creación y 50 de vivir en México.
- La exposición abre al público este 22 de octubre a las 19:30 horas, con la presencia del artista, en el Museo de Arte Contemporáneo de Tamaulipas (MAC) —Av. Constitución S/N. Calle 5ta. Esq. Col. Jardín , Matamoros, Tamaulipas—.
- Cerca de 50 obras en gran formato realizadas desde la década de los años noventa hasta 2024. Las piezas forman parte de la colección de la Galería Arte Contemporáneo SMA (San Miguel de Allende).
Luciano Spanó, artista mexicano nació en Italia (1959, Saluzzo, provincia de Cuneo, Italia), a los 15 años llegó a México y a los 17 ya estaba estudiando en La Esmeralda (INBA) de donde es egresado, aunque también tomó cursos en San Carlos (UNAM).
Su formación guarda veneración a maestros que contribuyeron radicalmente a su trabajo los grabadores Ignacio Manrique Castañeda, Octavio Bajonero, Rafael Zepeda, y los pintores Luis Nishizawa y Gilberto Aceves Navarro. Este año celebra 50 años de vivir en México y 40 años como pintor.
La exposición «Entre dos mundos», que se inaugura este 22 de octubre a las 19:30 horas en el Museo de Arte Contemporáneo de Tamaulipas (MACT), celebra estos aniversarios, y es una retrospectiva que comprende obras realizadas desde los años noventa del siglo XX hasta 2024.
La muestra incluye 50 piezas en gran formato con pintura, en óleo y acrílico, figurativa y abstracta y cuadros en los que se funden ambas. Piezas que forman parte de la colección que Galería Arte Contemporáneo SMA (San Miguel de Allende) ha reunido de él en los últimos seis años.
«Mi obra pertenece a esa trasvanguardia —movimiento artístico italiano de la postmodernidad—como referenció la crítica de arte Raquel Tibol. Tienen un cierto toque de posmodernismo, una figuración o neofiguración muy personal, acaso onírica, y muy autoreferencial. No abordo temáticas sociales, son referencias autobiográficas.
Están los temas que ya había tocado, son reinterpretaciones que vuelvo a abordar como La Divina Comedia: Dante y Virgilio en la puerta del Infierno» cuenta Luciano Spanó a referirse a lo que veremos en «Entre dos mundos» donde podremos ver obra de gran formato, algunos políticos de seis por tres metros.
«La exposición es también de cierta manera un homenaje a quienes fueron mis maestros o tuve la suerte de trabajar con ellos como Ignacio Manrique, Bajonero, Rafael Zepeda.
Y está mi admiración por mexicanos como José Clemente Orozco, Gunther Gerzso, Lilia Carrillo, Francisco Corzas, José Luis Cuevas, la obra de caballete de David Alfaro Siqueiros.
En mis residencias en Francia e Italia pude admirar el trabajo de Francis Bacon y mis clases con Gianfranco Rizzi artista y profesor de la Accademia Albertina delle Belle Arti en Turín», añade estos artistas que cuenta con un reconocido prestigio y una crítica de arte que avala su trabajo.
José Luis Cuevas lo consideraba «uno de los mejores jóvenes dibujantes de México» y Teresa del Conde «uno de los jóvenes pintores con mayor incidencia dentro del panorama (de sus contemporáneos)».
En el texto para esta exposición preparado por Sylvia Navarrete la crítica de arte escribe: «En fechas recientes, se percibe en Luciano una voluntad de síntesis radical en la composición, así como una fantasía de variedad temática que lo hace incurrir en ambientaciones rupestres y acuáticas, donde apenas caben las personas, difuminadas cuando no totalmente anuladas (…) lienzo que explota en exuberantes gamas cromáticas, a ratos suavizadas por el tratamiento acuareleado del óleo.
No es infrecuente que un creador, llegada la madurez, reincida en fases estilísticas de su pasado. Así opera Luciano, con resultados generalmente convincentes.
La magistral progresión de su técnica, la terca y ardua experiencia en el taller y los viajes a Europa contribuyeron a hacer de su obra una de las más tenaces e interesantes de nuestra escena actual».
«Para Spanó, la expresión de una torsión, de un hombro o un movimiento de cabeza dice tanto como lo que puedan decir los ojos. Con ello, realiza composiciones más poderosas, incluso majestuosas, de las que nos había brindado hasta entonces.
Requisito indispensable para un artista tan obsesionado con la anatomía, copiar modelo lo persuade de que «la forma del cuerpo es la belleza del alma» (…) ¿Acaso la belleza es una emanación divina?
Dudo que Luciano se debata en cavilaciones teológicas, pero puedo afirmar que el arte, para las «almas atormentadas por mortales turbaciones» gemelas de la suya, es la salvación que conduce a una percepción del todo, a una armonía celestial, como enunciara el poeta florentino del siglo XV», añade.
Y finaliza: Ese dejo romántico aflora en la inventiva con que Luciano personaliza los títulos de sus cuadros, inspirados en la literatura, en tratados de filosofía o en obras maestras del patrimonio artístico universal: Trémulo de pasión, Me dejó sólo los labios, El hombre que se imita, No he sido que para perderte, Sereno monumento a la angustia, Te amo en tu trágica belleza, Sueño del desarraigo, Escalón rojo de la esperanza… En las horas de aflicción, Dante y su Divina Comedia le proporcionan el famoso «Lasciate ogne speranza, voi ch’intrate».
Luciano Spanó ingresó a la Esmeralda en 1976. Tres años después expuso en Aguascalientes en el Polivalente de la Universidad y trabajó gráfica en el taller José Guadalupe Posada.
Profundizó en las técnicas de los materiales en la Academia de San Carlos con Nishizawa y en dibujo con el maestro Aceves Navarro. De 1986 a 88 fue promotor cultural en el Museo Carrillo Gil.
En 1988 fue premiado en el Encuentro Nacional de Arte Joven, el Salón Nacional de Pintura y el Salón Nacional de Dibujo. En 1996 presenta su exposición «Per fare un uomo».
Como preludio a su retrospectiva del Museo del Chopo, presenta «A flor de piel» (Galería Óscar Román), un ciclo de desnudos al óleo con la dedicatoria «A mi amada». Marcela Monteagudo, su joven esposa desde 1992 y madre de su hija Andrea, acababa de fallecer prematuramente de cáncer en enero de 1995.
Raquel Tibol describe las obras de esa tragedia familiar: «Rojo, blanco, bermellón, pardo oscuro, azul de ultramar y azul de Prusia son los colores que Spanó ha utilizado para representar un espacio vivo fuera de la vida.
No retorna a la vida al ser amado, sino trata de acercarse, a través de figuras que parecen flotar en una atmósfera onírica, a esa zona espiritual donde ella sigue existiendo con toda la intensidad de un profundo sentimiento que tensa el cuerpo con una pasión que se vuelca en la urgente gestualidad del proceso pictórico.».
En 1997 viaja a Turín donde estudia la pintura del 900. De 2000 a 2006 fue miembro del SNCA. Expone en el Museo José Luis Cuevas pinturas que fusionan lo figurativo y lo abstracto. En 2004 se muda a París, donde estudia a Soutine, Fautrier y Moreau.
Sus puentes y catedrales se presentan en distintas exposiciones internacionales y tres individuales en París. En la exposición «Biografía» (abril, 2013) en la ENAP Xochimilco, cambia del óleo al acrílico y entra de lleno al color como acción pictórica y expresión gestual.
En la serie «Noesis» su pintura se vuelve movimiento dramático y actuación emotiva. Ha recibido premios y distinciones, y cuenta con casi un centenar de exposiciones individuales y colectivas, entre la más reciente está «Insana distancia» en la Galería Acapulco 61.
Todos los martes asiste al taller de dibujo de desnudo con modelo, en el estudio de Ernesto Zeivy al que asisten sus colegas como Daniel Lezama, José Castro Leñero, Paul Birbil, Boris Viskin o Manuela Generali.