LEX ASHTON ANUNCIÓ SU ATAQUE EN REDES | OPINIÓN RODRIGO GONZÁLEZ ILLESCAS

29/09/2025
- Lex Ashton anunció su ataque en redes sociales: “Escorias como yo tienen la misión de recoger basura.”
Las escalofriantes imágenes del ataque en el CCH Sur, perteneciente a la UNAM, encienden todas las alarmas sobre la situación que viven nuestras juventudes. Nos muestran que la violencia ha llegado a las escuelas como un síntoma claro de la descomposición social.
La violencia comienza, muchas veces, con el maltrato animal. Sigue con niños, mujeres, personas mayores… hasta volverse una constante. Una violencia cotidiana que escala sin que nadie la detenga. Lo ocurrido también evidencia la urgente necesidad de atender la salud mental de la población, con un enfoque prioritario en los jóvenes.
El homicidio, perpetrado con una guadaña dentro de un bachillerato de la universidad más importante del país, revela múltiples fallas: ausencia de protocolos de seguridad, negligencia ante señales de alerta y una profunda desconexión entre estudiantes, familias, autoridades educativas y la sociedad.
¿Cómo es posible que un alumno haya ingresado armado al plantel?
¿Nadie detectó las amenazas que él mismo publicó en redes sociales?
¿Dónde estaban sus padres, tutores, maestros, orientadores?
¿Y el personal directivo y administrativo?
Lex Ashton, estudiante de primer semestre, entró con capucha, guantes, gas pimienta, una guadaña y varias navajas. Tenía 19 años, una edad inusual para ese grado escolar, donde la mayoría de los estudiantes tienen entre 16 y 17.
¿Esta diferencia marcaba también un desfase emocional, académico o social?
Este hecho nos obliga a repensar de fondo nuestras políticas públicas educativas. Urge una educación integral que no se limite a becas que no se acompañan de exigencias formativas ni seguimiento emocional.
Necesitamos una escuela que forme para la vida: que fortalezca la salud emocional, la empatía, el autocuidado. Que desarrolle habilidades tecnológicas con un enfoque útil y creativo. Que ofrezca experiencias reales de incorporación al mundo laboral.
Las juventudes enfrentan múltiples desafíos: educativos, sociales, económicos. Pero quizá el más urgente sea la salud mental.
Estos jóvenes y adolescentes, tan solos, tan desbordados, pronto tomarán las riendas del país.
Y lo harán desde un sistema que hoy los ignora, los fragmenta y los deja sin red.
Urge una educación que los acompañe, los escuche y los prepare para vivir, no solo para sobrevivir.