LAS INSTITUCIONES, EN RIESGO | OPINIÓN MARTÍN ESPINOSA

27/08/2025
- En un momento en que el discurso oficial busca deslegitimar los contrapesos democráticos, el periodista Martín Espinosa lanza una advertencia clara: el poder sin democracia es autoritarismo.
- Desde La Evidencia News, retomamos su columna “Las instituciones, en riesgo” como parte de una alianza editorial que busca visibilizar los costos sociales, jurídicos y éticos de desmontar el Estado de Derecho.
Las instituciones, en riesgo
El hecho de vivir en un sistema democrático conlleva compromisos y costos que implican atender y resolver las exigencias sociales, así como organizar elecciones y garantizar el cumplimiento de los Derechos Humanos en un Estado de Derecho.
Contrario a ello, están las dictaduras en las cuales resulta «económico» vivir en ellas, ya que únicamente el autócrata requiere de un cuerpo represor que acalle la protesta y desaparezca a los opositores a cambio de que no exista más ley que la impone el dictador.
Sin embargo, los costos de este sistema de gobierno resultan altísimos en el ámbito social y resultan incomparables por las pérdidas que genera en todos los sentidos.
El actual grupo en el poder recibió en 2018, mal que bien, un sistema democrático que – aún inacabado – estaba construido sobre instituciones públicas fuertes, avances importantes en materia de desarrollo social e igualdad, ahorros importantes en diversas áreas de la administración pública y reglas electorales imparciales.
Sin embargo, con base en una narrativa falsa y engañosa a falta de pruebas, el oficialismo ha ido minando dicho sistema para debilitar el entramado institucional existente con la finalidad de instaurar un sistema totalitario, más radical que el que se perpetuó durante todo el siglo pasado y que tanto costó derrumbar.
Las señales hoy día son ominosas: empobrecimiento de la sociedad, precariedad en los servicios públicos, dilapidación de los ahorros y dinamitar el camino democrático para garantizar su permanencia en el poder.
Los estudiosos de la vida pública han sido contundentes al señalar que «poder sin democracia es autoritarismo».
En un sistema democrático toda forma de manifestación del poder público se encuentra controlada por contrapesos sociales e institucionales que garantizan su sano ejercicio.
Aquí, la eliminación de dichos contrapesos provoca ya abusos que se traducen en la persecución política de los adversarios y de quienes piensan diferente.
Lo que hemos visto en los últimos tiempos difícilmente auguran buenos tiempos para el país y mucho menos para su desarrollo que permita a las nuevas generaciones un futuro prometedor en todos los sentidos. Sus consecuencias las veremos en las próximas décadas.
El epicentro del huachicol…
Comienza a preocupar en los ámbitos del gobierno federal las cifras que demuestran que Yucatán es hoy por hoy el epicentro de esa práctica ilícita que se ha consolidado en los últimos años en el país: el robo y venta ilegal de combustibles.
A pesar de los logros conseguidos por la nueva estrategia de la actual administración que ha permitido el decomiso de millones de litros de gasolina en el norte del país, pareciera que la práctica se ha mudado al sureste del territorio nacional.
Cifras proporcionadas por la Guardia Nacional destacan que en el 2024 se incautaron un millón 726 mil litros de combustible.
Ello contrasta con los nulos resultados de la Policía Estatal y la Policía de Inspección Física de Pemex, quienes no reportaron aseguramientos en los últimos meses.
Un informe oficial de la paraestatal revela que Yucatán registraba hasta hace unos años cero tomas clandestinas. Sin embargo, ahora reporta tres; es decir, un crecimiento de por lo menos 300 por ciento, lo que la convierte en la más alta del país.
Los «focos rojos» del robo de combustible en la entidad apuntan hacia varios tramos de las carreteras Mérida-Progreso, Mérida-Cancún y Mérida-Campeche; en estas dos últimas, a través de la ordeña de pipas.
Lo que es más preocupante es que también ya comenzó a detectarse el robo de gasolinas en buques que atracan en el puerto de Progreso.
Para nadie es coincidencia que dicho fenómeno, al igual que el narcotráfico, haya crecido en momentos en los que hay nueva administración estatal.
Esta columna forma parte Desde Cabina, un espacio donde el micrófono no negocia con el poder y la palabra hace contrapeso.
Publica: Martín Espinosa | Opinión editorial: La Evidencia News