LA FARSA DE LA ELECCIÓN JUDICIAL / BITÁCORA DE LA LUNA
05/06/2025
La farsa de la elección judicial: o gritamos o nos terminan por silenciar / #BitácoraDeLaLuna
Desde que en 2018, el embustero ganó la elección presidencial, la suerte de la nación estaba echada. El engañabobos trabaja sin pudor para el Grupo Puebla, esta mafia latinoamericana que opera desde La Habana y Caracas para salvaguardar el poder de los regímenes populistas de corte autoritario.
A estos rufianes les interesan los fines, no los medios, son y pueden ser todo aquello que les asegure el ejercicio del poder.
Es la razón de sus contradicciones narrativas. Un día son “revolucionarios”, otro cristianos, pueden aparecer con el papa, o con una foto del asesino Ernesto Guevara. Todo siempre en nombre del “pueblo”.
En el plan obradorista, siempre estuvo el objetivo de tomar la Corte de Justicia. Si antes el embustero no lo pudo colonizar fue porque el entramado institucional que le dejó su cómplice Peña Nieto fue robusto.
Lo fue minando hasta dinamitarlo. Este pasado domingo primero de junio, por fin salió de su escondite para prenderle la mecha definitiva. Hoy su lugarteniente en Palacio, ya es una funcionaria todapoderosa. Constitucionalmente ya no tienen límite.
Eso “legal” es ilegítimo. Sólo que recuerde que hasta su papá fundador nos lo dijo muchas veces con el histrionismo populista que lo caracteriza: ¡Al diablo con sus instituciones! ¡No me vengan con el cuento de que la ley es la ley!”
El pasado primero de junio, México vivió la jornada más sombría y fraudulenta de su historia democrática: una elección judicial disfrazada de ejercicio ciudadano, donde apenas el 12 por ciento del padrón acudió a votar.
Destaco el gesto valiente y consciente de millones de personas que, acudiendo a las urnas, decidieron anular su voto en un acto de protesta silenciosa pero poderosa.
Preguntas obligadas.
¿Puede llamarse legítima una elección que no representa ni la sexta parte del electorado? ¿Puede hablarse de democracia cuando la mayoría decide no convalidar un proceso viciado desde su origen? ¿Qué justicia puede impartirse desde un tribunal sostenido por la indiferencia y la simulación?
Contrario a lo que presume la lugarteniente del embustero, esta elección no fue una fiesta cívica, fue un ensayo de autoritarismo encubierto.
Se pretendió imponer una visión unipartidista del poder judicial, despojando de su independencia a los jueces, sometiéndolos al voto popular no como un ejercicio de libertad, sino como un mecanismo de control político.
El resultado: un fraude moral, jurídico y democrático.
El mensaje de la ciudadanía fue claro. La alta abstención no fue producto de la apatía, sino del hartazgo. Y el voto nulo, lejos de ser una renuncia, fue una forma de resistencia. El pueblo habló.
Ahora el deber recae en los jueces del Tribunal Electoral y la Fiscalía Electoral, pero sin afán de ser pesimista, la ruta legal servirá de poco, tanto TEPJF como la Fiscalía Electoral están en manos de la secta.
Ellos, que juraron hacer valer la Constitución y proteger la República, tienen en sus manos una decisión histórica: declarar la nulidad de esta elección espuria o convertirse en cómplices del desmantelamiento institucional.
Si el poder judicial no se asume como contrapeso, si se somete al capricho del Ejecutivo, si se legitima a través de simulacros democráticos, entonces solo nos queda el camino de la resistencia social, la desobediencia civil y la protesta pacífica.
Porque no se defiende la República con tuits, palabras huecas ni con discursos triunfalistas, sino con actos de coraje, verdad y dignidad.
El futuro del país está en juego. No podemos permitir que el miedo sustituya al Estado de Derecho, ni que la comodidad nos paralice.
Quienes creemos en la justicia, en la democracia y en la libertad tenemos la obligación moral de alzar la voz.
Hoy más que nunca, callar es traicionar.
Huroneo
Dicen los optimistas que aún tenemos una República. Claro, siempre y cuando uno la busque con lupa, como quien rastrea huellas de dinosaurios en un centro comercial.
Mientras tanto, los jueces electos por el 12 % de la población se preparan para impartir justicia… aunque sea por instrucciones del poder que los parió.
Nos queda, entonces, el recurso más antiguo y más noble del ciudadano: la protesta.
Esa forma elegante de recordarle al poder que el silencio no siempre es sumisión y que el verdadero juez de la historia… no se elige en las urnas, se gana con dignidad.
