Gente detrás del dinero en El Independiente
Opinión Abril 29/04/2022
La batalla por Pemex
Las políticas de austeridad son el eje de la disputa entre la dirección general de Octavio Romero y el Sindicato Nacional de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana que encabeza Ricardo Aldana.
La administración de Petróleos Mexicanos tiene en la mira reducir los costos laborales para intentar generar un balance menos negativo luego de pérdidas de más de 224 mil millones de pesos sólo en 2021, una empresa productiva del estado cuya deuda rebasa los 110 mil millones de dólares.
El eje de esa batalla es el Contrato Colectivo de Trabajo del cual, acusan los sindicalistas, se han violado 5 mil aspectos del mismo en este sólo año y generado condiciones de trabajo peligrosas e inadecuadas tanto para la seguridad de las instalaciones como para los trabajadores y empleados.
La empresa, por su parte, alega que el contrato colectivo de trabajo es demasiado oneroso, con duplicidades de tareas y baja productividad.
El punto donde han sido más incisivas las acciones de austeridad es la supresión de plazas de trabajo eventuales: en 2021 Pemex eliminó 9,374 plazas de ese tipo con lo que ahorró poco más de 3,100 millones de pesos… o sea una suma poco significativa respecto al monto de las pérdidas y de la deuda total.
Los trabajadores eventuales son esenciales para las operaciones variables de todos los centros de producción de petrolíferos; son los que se ajustan a los volúmenes de trabajo pendientes o a cubrir a los trabajadores basificados, los “de planta”, cuando enferman o solicitan permisos de inasistencia.
Son los que asumen trabajos de emergencia y tareas a destajo que van desde la limpieza hasta el montaje de componentes mecánicos y tareas administrativas.
Los trabajadores eventuales tienen siempre la expectativa de que tarde o temprano recibirán la “basificación”, es decir que serán contratados con todos los derechos, beneficios y obligaciones de Pemex.
En algunas secciones sindicales son conocidas las historias de terror en que líderes locales lucran con la venta de contratos de eventuales y que prometen que tarde o temprano recibirán un contrato definitivo.
Pero esto no es por mucho la realidad de las secciones sindicales. La realidad operativa de las plantas es aún más abrumadora.
Sin embargo, ello no impidió al director de comunicación social de la presidencial Jesús Ramírez, acusar que las protestas que iniciaron por qué los líderes sindicales “ya se quedaron sin negocio”.
Craso error del también vocero presidencial: las 36 secciones del SNTPRM están considerando convocar a asambleas de trabajadores para eventualmente hacer una convocatoria para estallar la huelga.
- Careaga, al rescate de Tula
En medio de las quejas sindicales alcanzó especial notoriedad el gerente de la refinería de Tula, Felipe Alberto Careaga.
El funcionario no se anduvo por las ramas el lunes pasado al exigir la contratación de trabajadores eventuales y la basificación de los que ya están contratados. Apuntó que sin el debido respaldo de la fuerza laboral la refinería “se está cayendo”.
Palabras graves para la refinería de la que depende el suministro de gasolina para el centro del país.
Careaga no se fue por las ramas y acusó a uno cuñado del presidente Andrés Manuel López Obrador: José Eduardo Beltrán Hernández, consejero independiente de Pemex que, a decir de Careaga, es quien obstaculiza con decisiones sin conocimiento técnico las necesidades de capital humano y equipamiento para Tula.
Sabe que su cargo está en vilo. Pero sabe que si no toma ese riesgo por cobardía, el Valle de México puede sufrir una catastrófica crisis de suministro de combustibles.
- La promesa de Víctor: rescatar AIFA
El escaso número de vuelos en la terminal aérea de Santa Lucía y los bajos niveles de ocupación en algunas rutas, está detrás de las patéticas imágenes de un edificio casi vacío, limpio pero sin el habitual ruido y trajín de los aeropuertos, con escasos comercios y servicios de transportes públicos; por ello se prepara un plan de shock para elevar a partir de julio próximo de 12 a 120 operaciones diarias en el aeródromo dirigido por Isidoro Pastor.
Esa es la promesa Víctor Hernández, director de los Servicios de Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano para con Andrés Manuel López Obrador: llegar a es número implicara movilizar 14,400 pasajeros diarios o sea acumular en el segundo semestre poco más de 2.6 millones de viajeros. El número se ve bonito, pero el problema está en el cómo.
Y el cómo es apurar el colapso del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México a través de incrementar los retrasos de llegadas y salidas de las aeronaves.
Como aquí se reportó, las aerolíneas agrupadas en la IATA -aquí representada por Peter Cerdá– han expresado en las reuniones de trabajo en el AICM su seria preocupación por la extensión a 7 millas la separación entre aviones en aproximación y el manejo inflexible de los límites de 61 operaciones máximas por horas, ignorando los “horarios pico” de la mañana y noche.
Hoy las aerolíneas reportan rezagos de una a 3 horas promedio en el aeropuerto capitalino por dicho manejo del espacio aéreo. El objetivo de ello es que las empresas, desesperadas, opten por enviar vuelos a Santa Fantasía.
Sin embargo el plan saca chispas en el sector aeronáutico. El primero en ser afectado es Carlos Morán, que como director responsable del AICM va contra su propio trabajo el deterioro de la calidad del servicio por rezagos; en tanto que Carlos Rodríguez, jefe de la Agencia Federal de Aviación Civil sabe que esa manipulación del espacio aéreo en el Valle de México tiene un “efecto dominó” en todo el sistema aeroportuario nacional y eleva los riesgos operativos.
Para las aerolíneas, implicaría elevar sus costos fijos en tierra y asumir el riesgo monetario de que no resulte exitosas las rutas desviadas a la nueva terminal
Sin embargo la esperanza para el rescate comercial del AIFA implica sacar -haiga sido como haiga sido- vuelos del AICM.
https://elindependiente.com.mx/2022/04/29/la-batalla-por-pemex/