EL COSTO DE LA DESCONFIANZA / LA OPINIÓN DE MARTÍN ESPINOSA
12/06/2024
El costo de la desconfianza / #DesdeCabina
Como parte de la herencia política que asumimos los mexicanos por vivir una democracia simulada a lo largo del siglo pasado, con un partido único de Estado al que estamos regresando en pleno siglo XXI, se encuentra la desconfianza de los principales «actores políticos» que hoy se disputan el poder tras la fallida alternancia que vivimos en el dos mil con un aparente cambio de régimen que nunca se consolidó y cuyo ganador se conformó con «sacar al PRI de los Pinos» pero que nunca se comprometió con un cambio verdadero.
Esa desconfianza nos ha costado no sólo recursos tan necesarios para superar tantos rezagos sociales que no se solucionan únicamente con programas hacia los que menos tienen, sino también se ha traducido en enconos y odios en los que hoy se basa el «éxito electoral» de quienes en el pasado militaron en el antiguo partido único y hoy forman parte de uno nuevo, similar al de hace un siglo.
Hace unos días, en una estupenda investigación del periódico Excélsior, se da cuenta que mientras cada voto válido emitido para elegir Presidente, diputados y senadores, costó menos de 20 pesos, cada sufragio anulado representó más de 580 pesos del dinero de todos los ciudadanos.
Lograr desde hace muchos años la autonomía de la organización electoral y dar un paso hacia la institucionalización de los comicios en nuestro país, a diferencia de lo que ocurría en los 60s, 70s y 80s en donde los que contaban los votos eran los integrantes del propio gobierno priísta de aquellas épocas, significó no sólo inversiones millonarias de dinero público sino también vidas y presiones políticas contra quienes lucharon por tener una democracia real. Pero todo indica que hoy truncamos el camino.
El proceso electoral en México se ha convertido en un proceso abigarrado, complejo, que producto de esa desconfianza entre los políticos -herencia del pasado- se ha complicado en exceso, más el precio que deben pagar los contribuyentes para mantener esos absurdos. Si se revisa el proceso para votar encontramos cosas que le cuestan a la sociedad.
La credencial misma es un ejemplo de ello. Parecemos el país de «las mil credenciales». El llamado INE – antes IFE – trae una serie de información que suple a otras. Cuando se acude a hacer un trámite le preguntan si lleva su INE, pero además copia de la CURP debidamente certificada.
Cuando usted argumenta que en la credencial para votar vienen todos los datos, de todas formas el burócrata le dice que necesita su CURP. Luego le requieren su Acta de Nacimiento; usted contesta: en la CURP viene mi estado y fecha de nacimiento.
No, de todas maneras hay que llevar el acta debidamente certificada. Así que para realizar un trámite necesita llevar varios documentos para demostrar que usted es usted.
Cuando esto se traduce en lo electoral estamos entonces frente al exceso total. Ello da como resultado un proceso que además de costoso es difícil de entender para el ciudadano, resultado de la desconfianza de décadas de nuestra clase política.
Los que antes «repartían» el pastel del poder hoy desconfían de los que actualmente lo hacen. El cuento de nunca acabar.
La noche de los «cuchillos largos»…
A diferencia de lo que ocurre en el PAN, donde muy pocos quieren dar la cara, el PRI que comanda «Alito» Moreno no se detuvo ante la derrota en las urnas y ya prepara la realización de su Asamblea Nacional para los meses de julio y agosto, bajo la conducción del político campechano y los preparativos en los que destacan el experimentado priísta Augusto Gómez Villanueva en su calidad de presidente del Consejo Político Nacional y Samuel Palma, presidente de la Fundación «Luis Donaldo Colosio».
Las numerosas batallas electorales en las que los tres líderes priistas (Gómez Villanueva ha sido legislador 6 veces) han participado les da la posibilidad de conducir la profunda reforma que requiere el Revolucionario Institucional para recuperarse.
Samuel Palma está seguro de que cuando ha habido «gobiernos de ajustes» como el que seguramente encabezará Claudia Sheinbaum tras el populismo despilfarrador de López Obrador, la oposición crece y se consolida como sucedió con el gobierno de Ernesto Zedillo y el PRI comenzó a perder hegemonía tras las dificultades económicas que se generaron tras el sexenio de Carlos Salinas.
«Es una muy buena oportunidad – afirma Palma César – para que el tricolor recupere el terreno perdido con la unidad y la oposición que encabeza Alejandro Moreno… Como decía Don Jesús Reyes Heroles: lo que resiste, apoya».
Dos estrategias políticas definen el trabajo del actual dirigente del PRI: Defender los triunfos obtenidos el pasado 2 de junio con una votación de 6.5 millones de mexicanos que sufragaron a favor de candidatos del tricolor y preparar su Asamblea Nacional que definirá el rumbo del partido y su participación en el Congreso para no ser únicamente «presencia que legitime al obradorismo sino ser una verdadera oposición que diga públicamente en lo que no está de acuerdo para que quede registrado en la historia».
Lo demás, el tiempo lo dirá. En política, ni las derrotas son para siempre ni las victorias son eternas.
Campaña exitosa…
Ni duda cabe que la campaña que realizó Alessandra Rojo de la Vega para llegar a la estratégica alcaldía de Cuauhtémoc, en la CDMX, contrastó con la del candidato panista Santiago Taboada, quien fracasó en la búsqueda de gobernar la capital del país al pensar que su elección era de «puro trámite».
Mientras Taboada solo atinó a dar un golpe mediático a Clara Brugada, Alessandra no «soltó» a Caty Monreal durante el tiempo que duró la campaña con denuncias certeras sobre la fortuna de su familia (gasolineras y terrenos) y los «intereses» de su papá en la alcaldía.
Llamó la atención que Rojo de la Vega prácticamente estuvo sola toda la campaña y a pesar de ello dio buena batalla con pocas herramientas, presupuesto limitado y con un equipo muy compacto de aliados que la venían acompañando de tiempo atrás.
Bien por Alessandra.
https://www.excelsior.com.mx/opinion/martin-espinosa/el-costo-de-la-desconfianza/1656992