Austeridad Gourmet: Cuando “el pueblo” se mira desde el St. Regis

Por Ricardo Rodríguez — La Evidencia News
Mientras México navega en el estancamiento económico, con crecimiento cero y las calles de la capital invadidas por el comercio informal que habla de necesidad, hay quienes no solo nadan contracorriente: lo hacen en jacuzzis de cinco estrellas.

La clase política de Morena —aquella que en cada discurso se jacta de “vivir con lo necesario”, de poner “primero al pueblo” y de que “el poder solo tiene sentido cuando se pone al servicio de los demás”— acaba de regalarnos otra postal digna de archivo: una fiesta de alto pedigrí en el hotel St. Regis.
Sí, ese mismo que aparece en blogs de lujo con frases como «experiencia de élite», mientras el mexicano promedio hace malabares para completar la despensa de la quincena.

¿Austeridad republicana? Pasó de moda. Ahora se lleva la prosperidad selectiva, esa que no se mide por indicadores del INEGI sino por lo bien servida que estuvo la cena.
Y ahí estaban ellos, felices, brindando en copas de cristal por la transformación… pero de su estatus. Porque muchos de estos “representantes del pueblo” ahora se presentan como prósperos empresarios.

De vender esperanza pasaron a saborear caviar, todo mientras la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, pide decoro y moderación. ¿Decoro? ¿En el St. Regis? Por favor.
Cuando a Fernández Noroña se le señala el contraste entre el discurso público y la vida de catrín, responde que es su dinero, que él sabrá. Pero si eres un servidor público y tu narrativa es la austeridad, ¿no es mínimo ético cuestionar tu propia coherencia?

El verdadero pueblo —ese que no se hospeda en suites, pero sí sobrevive en calles sin drenaje, avenidas con baches y unidades habitacionales sin servicios— no tiene tiempo para cenas de gala. Está demasiado ocupado sobreviviendo a la inflación.
Mientras tanto, los discursos siguen flotando como globos de helio, cada vez más lejos del suelo. Porque si algo ha quedado claro es que la austeridad no era una doctrina… era solo una buena narrativa.