EMPATÍA Y TRANSPARENCIA | MARTÍN ESPINOSA

17/12/2025
- Cuando la transparencia se apaga, el costo lo paga el ciudadano.
🗣️ Empatía y transparencia
Los tiempos actuales exigen capacidades que transformen el entorno que nos rodea, principalmente en aquellas actividades cuya repercusión define la vida de las personas. La capacidad de comprender los sentimientos y las perspectivas del otro «poniéndose en sus zapatos», como se dice coloquialmente, más allá de creencias e ideologías, cobra especial importancia en momentos de retos como los que enfrentamos.
Para 2026 nuestro país entrará de lleno a la revisión del T-MEC, mercado que mueve alrededor de 2 billones de dólares solamente en bienes, con un comercio diario de 3.6 mil millones de dólares. Solamente en el transporte de mercancías las cifras superan 1.6 billones de dólares con un crecimiento anual del 4 por ciento.

En la segunda quincena de febrero próximo, la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga renovará su presidencia, y será crucial, entre otras cosas, por la revisión del T-MEC, debido a que 101 sectores de la economía tienen que ver con el transporte de carga.
Destaca el liderazgo de un joven transportista coahuilense, que busca ganar la elección interna con el voto de la mayoría de los 100 mil agremiados con que cuenta la CANACAR: Augusto Ramos Melo, con 20 años de experiencia en el sector del transporte y desde hace 7 años miembro de su Consejo Directivo, ha planteado la necesidad de ser empáticos y transparentes con los transportistas, que hoy enfrentan, además de la inseguridad, falta de profesionalización, así como la definición de políticas públicas y la representación estratégica del transporte.

Ya como director de Grupo RAME, Ramos Melo encabezó un proceso de modernización y gobierno corporativo que transformó la operación y posicionó a la empresa saltillense entre las de mayor crecimiento.
Hoy el reto es dotar a la CANACAR de las herramientas que le permitan abatir rezagos, así como la modernización de las más de 100 mil unidades de transporte con que cuenta, cuyo promedio de antigüedad es de 20 años (el doble de las de Estados Unidos), así como establecer acuerdos con las autoridades estatales y federales para agilizar licencias, dotar de mayor capacitación a los operadores del transporte y contar con estadísticas que permitan la mejora del sector frente a la competencia.
💡 Cambiar lo que funciona…
En Mérida ocurre algo digno de estudio: cuando algo funciona, se vuelve urgente reemplazarlo. El Ayuntamiento estaría impulsando el cambio de luminarias LED modernas, eficientes y relativamente nuevas, instaladas hace apenas unos años, por equipos más baratos, de menor calidad, que alumbran menos, consumen más energía y duran menos.

El resultado es predecible: más gasto eléctrico, más mantenimiento y una factura millonaria que terminará pagando el municipio y, por supuesto, los ciudadanos. La pregunta es simple y legítima: ¿Por qué cambiar luminarias que aún no terminan su vida útil y que ya costaron millones?
Porque aquí no se trata de modernizar ni de mejorar el servicio. Se trata de volver a gastar en algo que ya estaba resuelto; un «ahorro» en la compra que se convierte en un sobrecosto permanente.
En los «pasillos políticos» se comenta que el negocio estaría en la compra misma, no en la eficiencia. Dicho movimiento serviría para generar recursos, cumplir compromisos y – dicen – preparar el terreno rumbo al 2027.

Incluso se menciona a Mario Medina, sobre quién nos dicen hay investigaciones abiertas por huachicol fiscal, como operador financiero cercano, dentro de versiones que circulan cuando las decisiones no cuadran.
Sustituir tecnología eficiente por equipos inferiores no solo es cuestionable, podría implicar daño al erario si se confirma que el municipio pagará más por menos luz. La capital yucateca no necesita menos iluminación ni más gasto; necesita respuestas claras.
¿Quién gana con este cambio y por qué se insiste en «apagar» lo que sí funcionaba?




